Cuando los restos mortales de Bernardino Rivadavia, a
la sazón primer presidente de Argentina ─en realidad presidente de las Provincias
Unidas del Río de la Plata─, fueron repatriados desde Cádiz a Buenos Aires, se
le recibió con honores de capitán general. Con anterioridad, el expresidente Bartolomé
Mitre lo describió como «el más grande
hombre civil de la tierra de los argentinos», a pesar de que Rivadavia
había dejado en su testamento dada la orden de que su cuerpo no fuera enterrado
en la ciudad de Buenos Aires, y mucho menos en Montevideo.
Rivadavia fue un tipo complicado, duro, que aún hoy tiene
muchos partidarios y detractores en el país ─eso entre los que lo conocen a él
y su obra, por supuesto─. Tuvo importancia en la lucha para frenar primero, y expulsar
después a los ingleses tras ambas invasiones, lo que hizo que se convirtiera en
una personalidad destacada tras la caída del virrey Cisneros. Ocupó cargos como
ministro y diplomático antes de ocupar la jefatura de gobierno durante los
años1826 y 1827, siendo el primer presidente de todo el futuro territorio
argentino. Finalmente renunció al cargo, sobre todo por dos aptitudes que no
gustaron a sus coetáneos; primero su gusto por la centralidad de Buenos Aires
sobre el resto del territorio, lo que levantó el recelo de los políticos del
resto del país, y segundo, por el empréstito que firmó con el banco británico Barinng Brothers. Este segundo punto
ayudó a crear algo más típico en Argentina que el dulce de leche y el tango
juntos; la deuda exterior. Por supuesto también hizo cosas bien durante su
labor como diplomático, para conseguir que los grandes países europeos apoyaran
la independencia del país, de ahí sus amores y odios entre los argentinos.
En 1829 viajó a España, pues su labor diplomática no la abandonó nunca, y a su vuelta
al país en 1834 las autoridades del momento no le permitieron desembarcar, por
lo que tuvo que radicarse primero en Uruguay ─en las ciudades de Mercedes y
Colonia─, y después en Brasil. Para finalmente abandonar américa para siempre e
instalarse en la ciudad de Cádiz, donde moriría en 1845. Fue entonces cuando
expresó su deseo de no volver a Argentina ni muerto. Pero como suele pasar con
todos los próceres de esa época, a los que no se reconoció su labor en vida,
tampoco se respetó sus decisiones en muerte, y en 1857 su última voluntad se
saltó por encima y sus cenizas llegaron a Buenos Aires.
En el año 1932 se decidió levantar un monumento en
honor al primer presidente en el centro de Buenos Aires. Se eligió la plaza de
Miserere, en el corazón del barrio de Balvanera, aunque entonces ya era
conocida por todos los bonaerenses como plaza del Once. La plaza recibe el
nombre de plaza de Miserere en honor a un vecino de la zona del siglo XVIII, éste
era el dueño de esas tierras y tenía fama de misericordioso con los más
necesitados. El lugar tuvo mucha importancia histórica desde 1807, cuando
Santiago de Liniers, con sus tropas, frenó allí por primera vez en avance de
las tropas inglesas, en lo que por aquel entonces se conocía como Hueco de
Miserere o Corrales de Miserere. La zona albergaba una especie de
estacionamiento de carros que llegaban a la ciudad desde el oeste, y más tarde
albergaría el importante mercado de 11 de septiembre de 1852 ─denominado así en
honor al día de la revolución contra el general Urquiza que gobernaba el país
tras la batalla de Caseros. Esta revolución mantuvo a la provincia bonaerense
independiente del país durante diez años─, de ahí que hoy se denomine la plaza
y la zona como barrio del Once, a pesar de pertenecer al barrio de Balvanera.
Hoy Once es recordado por las dos mayores tragedias acaecidas en el país
durante la última década; el accidente ferroviario de Once, y la tragedia
dentro del boliche República de Cromañón.
El mausoleo
de Rivadavia es el único de un prócer argentino colocado en una plaza pública
de la ciudad, aunque mucha gente no lo sabe, y cree que el monumento que se
levanta en el centro de la plaza, rodeado de árboles y de basura no es más que
eso, una escultura. Pero en su interior, a cuatro metros bajo tierra, se
encuentran las cenizas del primer presidente patrio, dentro de una urna
realizada en cianita negra; un cristal de roca al que se le atribuyen
propiedades energéticas.
El resto del mausoleo creado por Rogelio Yrutia ─uno
de los escultores argentinos más importante de la época y al que se le compara
con el francés Auguste Rodín. Si observamos su obra Canto al trabajo, vemos su gran parecido compositivo y plástico con
Los Burgueses de Calais creada por el
francés─, lo forman mil seiscientos bloques de piedra traídos desde Alemania, y
que crean una construcción de quince metros de ancho, veinticuatro de largo y
hasta nueve de alto, rematado por las figuras de la alegoría de la república y
del propio Bernardino Rivadavia, acompañados por la representación de un hombre
joven ─símbolo de energía y vitalidad─, y una imagen de Moisés ─ejemplo de
sabiduría─.
Hoy en día el mausoleo se encuentra abandonado por
gobernantes y vecinos, apartado de la zona más noble de la ciudad, fuera de
todo recorrido turístico, rodeado a diario de colectivos que tienen una de sus
principales paradas de la ciudad ante él, cubierto de basura y polución,
atestado de puestos ambulantes que ofrecen de todo a los viajeros que entran y
salen de la estación ferroviaria de Once, y de punguistas ─o carteristas─ que
intentan robar a cualquiera de los transeúntes de la zona. La base del mausoleo
aparece totalmente cubierta de pintadas que no se borran, durante las noches se
convierte en los baños públicos más usados de la zona que alberga muchos bares
y boliches. Los restos de uno de los procesar más importante del país, se
encuentran abandonados, olvidados, vilipendiados, pisoteados y cubierto de
pintadas y fluidos humanos. Que diferencia con el mausoleo de otro héroe patrio
del antiguo Virreinato de La Plata, en este caso alzado en la plaza de la
Independencia de Montevideo en honor a Artigas. Las comparaciones siempre son
odiosas lo sé, pero éstas le dan de nuevo la razón a Rivadavia, cuando se negó
a ser enterrado y homenajeado en su país. Como si supiera con muchos años de
antelación cuál iba a ser su final.
En el mismo sitio se encuentra el mausoleo del Bartolomé Mitre...
ResponderEliminarHola, hay partes del texto idénticas a la nota de Clarín de ese mismo año.
ResponderEliminarDeberías hacer el entrecomillado correspondiente por respeto al periodista que redactó la nota.
https://www.google.com/amp/s/www.clarin.com/ciudades/secreta-buenos_aires-mausoleo-plaza_miserere-bernardino_rivadavia_0_SJpEUKDme.amp.html