He pasado los últimos días en Montevideo, una
ciudad maravillosa a tan solo un río de distancia. Como suelo, antes de
comenzar un viaje busco un libro que me acompañará durante el mismo. En esta
ocasión, y como no podía ser de otra manera tras visitar su casa hace unos
días, elegí la última obra escrita por el argentino Ernesto Sabato ─hablaré de
él más adelante y de forma detenida, un día próximo─.
El libro titulado Antes del fin podría considerarse unas memorias del escritor, pero
no lo son ─él aclara que evito utilizar esa palabra en el titulo porque no es
lo que pretendía escribir─, son mucho más. Son recuerdos, alegorías,
pensamientos, dolores, sufrimientos y en ocasiones sonrisas acaecidas a lo
largo de una vida.
Es un libro duro por lo lucido, que deja ver el
narrador en sus últimos años de vida. En él narra su tierna infancia, su
capacidad innata para las matemáticas y la física, un camino que abandonará por
el abismo oscuro del arte y la literatura, lo que le causó el rechazo de los
inminentes científicos con los que se relacionaba, y el odio irascible de los
literatos asentados en sus tronos de ego.
En las páginas del ensayo va desenmascarando sus
temores, que al igual que le ocurría a Pessoa le habían creado una especie de
desamparo y de soledad interior. Traumas y obsesiones que, como en el caso del
portugués, se ven revelados en los personajes de sus creaciones. Va desojando
las relaciones directas o indirectas con personajes que fueron formando su vida
y su intelecto; habla de su relación con Sartre, con Victoria Ocampo y Pedro
Menéndez Ureña ─los que le descubrieron para la literatura en la revista Sur─, del reconocimiento de Thomas Mann
tras leer El Túnel, de su relación
quebrada con Borges a pesar de tener los mismos principios y defender los
mismos valores, o de aquella tarde en mitad de su auto exilio interior en La
Pampa, cuando se cruzó con un joven médico llamado Ernesto, que iba hacía el
norte para atender a los pobres de sus enfermedades, y que pasaría a la
historia como el comandante Che
Guevara. De la importancia en su vida de las obras de Schiller, Chatearbriand,
Goetz Von Berlichinger, Goethe, Tolstoi, Chejov, Cervantes o Wilde. Aunque
sobre todo habla de Matilde, la mujer que lo acompañó toda su vida, que lo
apoyó, y que salvaba in extremis los originales de sus obras,
antes de que Ernesto las lanzara a la chimenea. Gracias a ella hoy tenemos
muchas obras de Sabato, que de otra manera hubieran acabado devoradas por las
llamas, pues él las creía mediocres. Cuando ella se fue dejó al escritor sumido
en la mayor de las depresiones.
Recuerda su juventud anarquista y comunista, influenciada
por sus primeros años en la universitaria Ciudad de la Plata. Tras mucha lucha
pasó a cuestionar el materialismo dialéctico del Comunismo, lo que le obligó a
abandonarlo, y a ser acusado de cobarde por muchos intelectuales. Los mismos
que le acusaron de traidor y de fantasioso cuando en sus primeros ensayos
avisaba de que lo que esperaba al Comunismo con Stalin, pues pensaba que no iba
a ser muy diferente al nazismo, y además abriría ─inconscientemente─, las
puertas a la siguiente dictadura que nos pondría de rodillas; el capitalismo.
Esa izquierda de salón y nada combatida a los que las calles les quedaba muy
lejos, y criticaban férreamente a los que las transitaban a diario, avisando en
sus escritos que todo estaba cambiando. Esa clase de intelectual de izquierdas
a los que los franceses denominan ─creo muy acertadamente─, La gauche caviar.
Antes
del fin está escrito en 1998, unos años antes del
estallido de la gran crisis económica argentina del 2001. Pero en él ya se ven
las denuncias ante la corrupción, el dejar hacer por las autoridades judiciales
y políticas, y la inevitable caída por el acantilado de la desesperación, la
pobreza y la violencia ─no hay que olvidar la lucha de Sabato contra la última
dictadura militar argentina, y su labor en la CONADEP para defender los
derechos de los muertos y desaparecidos─. Avisa claramente, y con detalle, de
lo que se le viene encima al país primero, y al mundo después, si no se para
con esa lacra que es la corrupción, el sin sentido oportunista, y la esclavitud
intelectual en el que están convirtiendo nuestras vidas.
Es uno de esos libros que te dejan
pensativo en cada párrafo, en el que subrayarías prácticamente el libro
completo en busca de ideas importantes. Una obra que debería ser de obligada
lectura en todos los institutos argentinos, que haría mucho bien a los cerebros
en proceso de formación de la juventud. Una obra que cuando dejemos de mirarnos
el ombligo en Europa, tendría que consolidarse como un manual optimo y
secuencial para entender todo lo que hemos hecho mal en el último siglo, y
prevenirnos de lo que ya estamos haciendo mal en este.
No hay comentarios:
Publicar un comentario