La
imagen nos puede recordar-salvando las distancias-al primer tren de la mañana
que sale de la estación de la ciudad de Jaipur, o de cualquier otra ciudad del subcontinente
indio, pero no, la imagen corresponde a uno de los trenes de la Línea General
Roca, entrando en la estación bonaerense de Plaza Constitución.
La primera vez que entre en la
estación de Constitución para tomar el tren que me llevaría a la ciudad de La
Plata, me sorprendió primero, la gran cantidad de personas y de vendedores que
abarrotaban los andenes. Cuando me centré en los andenes después de observar
con curiosidad a los buhoneros modernos haciendo su trabajo, me percaté de la
ingente cantidad de carteles de avisos. Siguen ahí a día de hoy, son de varios
tamaños y colores, están en cada panel, en cada rincón de la estación: Prohibido viajar en los estribos.
El precio del billete no es elevado,
cuando llegué eran unos dos pesos y medio-veinticinco céntimos de euro-, hoy en
día ha subido unos veinte o treinta centavos de peso, pero aun así es barato. El
trasporte público bonaerense, está subvencionado en su mayor parte por el
gobierno de la nación-todo el país con sus impuestos subvencionan el trasporte
de los porteños, hablando en plata-. Pero aun así muchas personas, por no
contar con esa mínima suma en sus bolsillos, o simplemente por el mero hecho de
no pagar el boleto, se juegan la vida viajando en los estribos del tren-la
pequeña plataforma que sirve para subir a cada vagón-, situando su cuerpo por
fuera de la estructura del tren, con todo lo que esto significa; salientes, cruces,
recodos, ramas, golpes accidentales…que pueden acabar con el imprudente sobre
la vía, golpeado, o en el peor de los casos con el tren circulando sobre su
cuerpo.
Lo cierto es que los carteles no
están por estar, me he dado cuenta a lo largo de los últimos meses, pues no han
sido pocas las veces, que en este tiempo el servicio ferroviario se ha visto
interrumpido debido fatales accidentes. La mayoría por culpa de un mal paso, de
un despiste, o de un golpe de mala suerte sobre alguno de los tipos y tipas que
se juegan la vida a diario por necesidad, o por la cabezonería de no
desembolsar los pesos que cuesta el billete. Además, en hora pico-hora punta a
la argentina- los estribos del exterior, al igual que los asientos del interior
se quedan cortos. Es entonces cuando los que deciden viajar de balde se agarran
a cualquier lugar, incluso se encaraman a la locomotora. Sin querer darse
cuenta-tal vez, algunos sin saberlo-de lo peligroso de su situación si se
produjera un accidente, un frenazo, o un descarrilamiento. Algo no demasiado
inusual entre los viejos trenes, que unen la capital federal con la capital de
la provincia de Buenos Aires.
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