Desde el pasado miércoles todas las entradas de subte,
y muchos carteles de señalización luminosa del centro de la ciudad de Buenos
Aires rezan con la siguiente leyenda; Vamos Argentina. Supongo que como mínimo
permanecerán así hasta la noche del próximo sábado, el día en que se juega la
final de la Copa América 2015; la cual se ha disputado durante el último mes en
Chile. La final la jugarán los argentinos contra el anfitrión, una selección
bastante odiada por los aficionados locales, y por los de otras selecciones
cercanas; como Uruguay o Bolivia.
La noche del pasado martes en la ciudad chilena de
Asunción, y en un campo repleto de seguidores chilenos, la selección argentina
venció a Paraguay entre un ambiente hostil, donde los seguidores chilenos
presentes ─mayoría, muy por encima de los aficionados de las selecciones que se
enfrentaban en el campo─ comenzaron pitando el himno argentino, para seguir
después con insultos varios hacia los jugadores. La afición argentina no se
quedó atrás, incluso en las calles porteñas tras la victoria en semifinales, cuando
ya sabían que su rival en la final del campeonato sería Chile comenzaron a
oírse canciones ofensivas e insultos al país vecino. A Chile aquí no se le
perdona la ayuda ofrecida a Gran Bretaña durante la Guerra de las Malvinas. El
sábado se esperan fuertes medidas de seguridad en Santiago de Chile, donde se
disputa el encuentro, pero también en Buenos Aires, donde la colonia chilena es
muy nutrida.
Lo cierto es que salvo los gritos y los insultos
del primer día, en respuesta y advertencia a sus ─a día de hoy y hasta el
sábado─ máximos rivales deportivos, y por ende también en lo político ─heridas
como la de la Guerra de las Malvinas no han cicatrizado entre la conciencia
social del país, y visto como lo ven desde aquí, dudo mucho que se cierren en
un corto espacio de tiempo─ no se ha percibido ningún tipo de malestar. Todo lo
contrario, las calles están llenas de banderas blancas y celestes, los puestos
ambulantes, que normalmente venden todo tipo de productos ahora venden remeras
de la selección con el inmortal número diez estampado a la espalda. El pasado y
el presente futbolístico del país. Según caminas por las calles del centro, ves
como las televisiones de bares y restaurantes reponen imágenes de los últimos
triunfos de la selección. Las tiendas deportivas han cambiado todas sus
publicidades, ahora los protagonistas son los principales jugadores nacionales,
se preparan las calles y monumentos ante una posible victoria del combinado
argento y la posterior celebración. Una celebración, que con el amor que
sienten aquí por el futbol y por sus jugadores, puede ser sonada después de
tantos años sin celebrar ningún tipo de trofeo internacional, más si cabe tras haber
perdido la final del mundial el pasado verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario