domingo, 31 de mayo de 2015

LOS FORZOSOS DE ALMAGRO


            Corría 1907, aún no existía el barrio porteño de Boedo que se separaría de Almagro en 1972, cuando en un descampado entre las calles México y Treinta y Tres un grupo de chavales comenzaban a correr detrás de la pelota. Tenían una media de catorce años y se autodenominaban Los Forzosos de Almagro. Por aquel entonces, había junto al secarral que hacía las veces de cancha un oratorio dirigido por un escolapio llamado Lorenzo Massa. Éste al ver las malas condiciones del campo de juego de los chavales se acercó y les propuso un trato: si ellos accedían a recibir catequesis en la parroquia él les montaría una cancha de fútbol en condiciones en el jardín de la iglesia, que en realidad era otro descampado, pero vallado y libre de escombros y cascotes. Los chavales aceptaron sin dudarlo.

            Lo primero que hicieron a instancias del párroco fue cambiar el nombre del equipo, pues el de Forzosos resultaba bastante chocante para unos chicos tan jóvenes. A pesar de que el padre Lorenzo se negó en un primer instante, los chicos le convencieron para que el club llevara su nombre en honor de su fundador, y ya de paso en homenaje a la batalla de San Lorenzo, ocurrida entre las tropas realistas y las patriotas rioplantenses en 1813. El nombre final que resultó de la discusión fue el de Club Atlético San Lorenzo de Almagro, pues por aquel entonces aún no se había producido la escisión de Almagro, naciendo el canchero y tanguero barrio de Boedo. 

            No hay que pasar por alto que Almagro es un barrio tradicionalmente católico y la influencia de la iglesia era, y es, muy fuerte entre sus habitantes. De ahí que la acción del padre Lorenzo Massa no resulta algo tan extraño, pues los chicos jugaban alrededor de las parroquias. Aunque claro, ésta de San Antonio quedaría como la  más conocida por la importancia que tomó con el tiempo el equipo que acogió. Sería el mismo Lorenzo Massa el que se haría con las primera equitaciones para los chicos, quiso la casualidad que estas fueran rayadas verticalmente de los colores blaugranas, y con pantalones de color blanco. La misma que hoy caracteriza al equipo de Boedo. Por supuesto el escolapio Massa fue el mayor seguidor de aquel equipo hasta su muerte.

            El plantel quedó inscrito por vez primera en el campeonato amateur argentino en 1915, poco tiempo pasaría para que ganaran los primeros títulos, se harían con tres casi consecutivos: los de 1923, 1924 y 1927. En 1930 se fundará finalmente el campeonato profesional argentino, donde participarían los cinco grandes del fútbol argento: Boca, River, Independiente, Racing y por supuesto San Lorenzo. Tendrían que pasar tres temporadas del recién estrenado campeonato oficial para que los de Boedo se proclamaran campeones, siendo subcampeón en los otros anteriores tras Boca Juniors y River Plate. Será en esa década de los años treinta del siglo pasado cuando reciba el sobrenombre de “El Ciclón”, pues con su fantástico juego en la cancha daban la impresión de volar por el campo arrasando a sus rivales. Por supuesto el nombre caló hondo en la afición, pues entraba en contra posición con el nombre de su máximo rival: el vecino Huracán. Evidentemente en esos años los tangos sobre los héroes del barrio se multiplicaron, cantándose por las pulperías y barcitos cercanos a la cancha tras los encuentros. Su cancha creada en 1916 se convirtió en un templo, la denominaron Gasómetro, por su parecido con los viejos contenedores de gas licuado que se repartían por la ciudad. Un campo construido totalmente en madera y que no acabó nunca de construirse de forma completa. Lo denominaban el Wembley porteño, y tenía capacidad para 75. 000 personas. 

Imagen del viejo Gasómetro, sobre avenida La Plata entre Inclán y Las Casas.
            En esa década de los años treinta, concretamente en los finales, se suman al equipo bonaerense cuatro jugadores que llegaron directamente desde España. Pertenecían a la selección de Euskadi, y tras el fin de la Guerra Civil española tuvieron que salir del país. Esos cuatro hombres eran Zubieta, Emilín, Iraragorri y Lángara. Estos vascos dieron a San Lorenzo lo que le faltaba para convertirse en un equipo grande, con garra y arrestos para vencer a cualquiera. Un equipo que comenzaría en ese momento a cambiar la visión del fútbol que se tenía en España, convirtiéndose en ídolos de masas en su país después de hacer una gira navideña en la temporada 1946/47. En esta gira disputaron once partidos entre España y Portugal y solo perdieron uno, el del 25 de diciembre en el Metropolitano contra el Real Madrid, y tras haberse pasado el equipo toda la noche de farra por la capital. Incluso jugaron un par de partidos contra la selección española, metiéndole al combinado nacional siete en el campo de Les Corts de Barcelona, y otros seis en el Metropolitano de Madrid, y eso que para estos encuentros dejaron que Isidro Lángara ─la ya por entonces estrella del equipo argentino─ formara con la selección nacional. Mostraron una forma de jugar diferente, el balón corría por el suelo, casi estaban prohibidos los balones colgados y el juego aéreo. Sería el galdacanés Ángel Zubieta quien pronunciara por primera vez la frase que más tarde haría famosa Alfredo Di Stefano: “la bola al pasto che”. Pero en aquella época ya había en España un tipo que jugaba con esa mentalidad, la del balón al suelo y el toque milimétrico, militaba en las filas del Athletic Club de Bilbao, donde era duramente criticado por no dar pelotazos y no correr como el resto, este tipo extraño era José Luis Panizo. Tras la gira navideña y ver jugar al San Lorenzo, se dieron cuenta que todas aquellas estrellas jugaban como Panizo. Desde ese día nadie más volvió a criticar al vasco por su forma de comportarse en el campo. 

            La visita navideña de San Lorenzo de Almagro no solo cambiaría la forma técnica de ver y practicar el fútbol en España, sino que también trajo cambios estéticos en los uniformes e indumentarias. Comenzaron a utilizarse las camisetas elásticas que usaban los porteños, las calzas encogieron, algunas se realizaron en terciopelo como la que utilizaban Los Cuervos, y las medias dejaron de ser de lana para ajustarse a las piernas. Incluso las botas pesadas, con los tacos remachados de mala manera, que destrozaban las plantas de los pies de los deportistas, se tornaron en ligeros botines de tafilete con los tacos bien ajustados a la planta. 
           Pero la gran época de San Lorenzo pasó, los futbolistas se diluyeron en otros equipos y el de Almagro cayó en una profunda crisis, perdió su encanto y su modernidad en el juego. Pasó de ser el equipo al que todos intentaban imitar, a ser uno más de la liga Argentina, uno que ni siquiera conseguía hacerse con un título por menor que fuera. A pesar de la mala época aún le quedaría mucho más por perder a Los Cuervos de Almagro, en realidad casi lo perderían todo. Aun así, en 1959 todo parecía enderezarse un poco, y consiguen levantar el trofeo del torneo nacional con el ídolo Sanfilipo marcando 31 goles. Era la época de Martina, Ferro, Carrillo, Facundo, García, Boggio… 

Exterior del Estadio Pedro Bidegain (Nuevo Gasómetro) en el barrio de Bajo Flores de la comuna 7 de Buenos Aires.
            En el año 1968 volvería la nueva época dorada de los Cuervos, que en este momento recibirían el apodo de Los Matadores, porque mataban literalmente a sus rivales en el terreno de juego. Ese año fue la primera, y única vez, que un equipo se hacía con el título nacional sin haber perdido un solo partido en la temporada. Su máximo goleador ese año fue “Lobo” Fischer, que finalizó la temporada con trece goles, pero también estaban Bittice, Rosl, Calics, Cocco o Veglio entre otros. El equipo comenzaría esta edad dorado jugando en Almagro, siendo el equipo señera del nuevo barrio de Boedo, y todo ello sin moverse de su ubicación original, y la acabará en 1975 cayendo en la desgracia y el olvido. Entre estos años levantó cuatro títulos nacionales: el Metropolitano en 1968 y 1972 y el Nacional en 1972 y 1974.

            partir de 1975 aparecieron los primeros contratiempos en la institución, problemas económicos y malas  decisiones administrativas llevaron al club al borde de la ruina. El 24 de marzo de 1976 con el golpe de estado cívico-militar que produciría el gobierno de facto encabezado por Videla, comenzaría a fraguarse la persecución a los directivos, jugadores y aficionados de los Gauchos de Boedo. En 1979 Osvaldo Cacciatore, uno de los militares de la fuerza aérea Argentina que había participado en 1955 en el intento de golpe de estado que acabó con el bombardeo de la Plaza de Mayo y que gobernó la ciudad de Buenos Aires durante la mayor parte de última dictadura militar, puso su vista sobre el club. Ofreció al presidente del San Lorenzo de Almagro ochocientos mil dólares por todos los terrenos de las instalaciones deportivas del club en el barrio de Boedo. Evidentemente él era la única autoridad en la ciudad, y la oferta se hizo sin posibilidad de ser rechazada. En ese momento El Ciclón blaugrana se quedó sin instalaciones y sin campo. Poco o nada le importó al militar que el equipo no tuviera a donde ir. Solo un mes después, el brigadier Cacciatore, vendió los mismos terrenos a la compañía francesa Carrefour por el equivalente a nueve millones de euros. 
El último partido que se disfrutó en el Wembley porteño fue un San Lorenzo-Boca Juniors, que finalizó con empate a cero. El viejo gasómetro sería derruido en el año 1981. Hoy allí se levanta un supermercado de la compañía gala. Estas desgracias económicas y sociales les valió a los de Boedo el nuevo apodo de Los Camboyanos, después de que su lateral izquierdo, el uruguayo Luis Malvárez dijera: Somos como los Camboyanos, estamos solos y no damos nada por perdido. En clara referencia a los camboyanos que en ese momento se encontraban metidos en una guerra civil cruenta, la cual haría mundialmente famosos por su sadismo y violencia a los Jemeres Rojos dirigidos por Pol Pot. 
San Lorenzo comenzó a jugar de prestado en todas y cada una de las canchas de la ciudad, sobre todo en las de Vélez, Atlanta y el vecino y mayor rival deportivo: Huracán. En 1981 tras varias temporadas salvándose en los últimos partidos descendió a la B, siendo el primer equipo de los cinco grandes en hacerlo. Dos años después haría lo mismo Racing de Avellaneda, en el año 2011 River Plate y en 2013 Independiente de Avellaneda descenderían también a la B, coincidiendo con los 30 años de los primeros descensos de los clásicos. A día de hoy, Boca Juniors es el único de los cinco grandes que fundaron la competición oficial que no ha descendido a la segunda categoría, y que posiblemente ya nuca lo haga, al menos si se sigue manteniendo el extraño campeonato de treinta equipos.

Interior del Estadio Pedro Bidegain (Nuevo Gasómetro).
            San Lorenzo de Almagro comenzaría esa temporada en la B jugando como local en el estadio del Club Ferro Carril oeste, junto a la estación de ferrocarril del barrio de Caballito contra el Gimnastica de La Plata. Su último partido como local en la segunda sería en El Fortín, el campo de Vélez del barrio de Liniers, donde venció por la mínima a El Porvenir. Se proclamó campeón de la segunda división y volvía a la categoría reina un año después, dejando grandes hitos en la B, como por ejemplo el de haber vendido más boletos para ver sus partidos en la B que cualquier equipo de la A en esa temporada, o el de superar el record ─que aún mantiene hoy─ de movilizar más seguidores jugando como local. Fue en El Monumental de River, en un partido contra Tigre: 75.000 seguidores en su interior y otros 10.000 en el exterior que no pudieron acceder al campo de los de la franja roja. Y todo ello sin contar con una sede fija.

            En el año 1995 y bajo la dirección de “Bambino” Veira volvería a la élite de los títulos, y se proclamaría vencedor del torneo Clausura frente a Rosario Central en el campo de Los Canallas. Comenzaba así una nueva época que traería un título cada seis años a los aficionados de los Carasucias.  En 2001 y 2007 repetiría título con Manuel Pellegrini y Ramón Díaz respectivamente, y en el 2013 vencerían en el tronero Inicial con Juan Antonio Pizzi, que en mitad de las celebraciones volaría para fichar como técnico del Valencia en España. 
La locura llegaría con el siglo XXI a Bajo Flores, en la intercesión que hacen los barrios de Nueva Pompeya y Villa Soldati, el lugar donde se levanta desde 1993 la cancha Pedro Bidegain, conocida como nuevo Gasómetro. En la primera década de este siglo, no solo llegó de nuevo el reconociendo mundial sobre San Lorenzo de Almagro tras proclamarse vendedor de la Copa Libertadores en 2014, y subcampeón del mundo en el Mundialito de clubes disputado en Marruecos el mismo año, tras caer en la final contra el Real Madrid. Sino que también llegó otra alegría tal vez más importante para el socio y seguidor blaugrana: la posibilidad de recuperar su vieja casa, de regresar a Boedo y volver a construir una nueva cancha, un nuevo Gasómetro en los terrenos donde nació el originario de madera. Pues tras mucho luchar, el 15 de noviembre de 2013, se aprobó la ley de Restitución Histórica por la que se intentará subsanar los atropellos realizados por la dictadura, y el club recibirá sus viejos terrenos. Se cree que la casa de los Gauchos de Boedo volverá a abrir sus puertas siendo la cancha más moderna y mejor acondicionada de Argentina en el año 2018. Los Cuervos vuelven a anidar en Boedo, de donde nunca debieron salir. 

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