Corría
1907, aún no existía el barrio porteño de Boedo que se separaría de Almagro en
1972, cuando en un descampado entre las calles México y Treinta y Tres un grupo
de chavales comenzaban a correr detrás de la pelota. Tenían una media de
catorce años y se autodenominaban Los Forzosos de Almagro. Por aquel entonces,
había junto al secarral que hacía las veces de cancha un oratorio dirigido por
un escolapio llamado Lorenzo Massa. Éste al ver las malas condiciones del campo
de juego de los chavales se acercó y les propuso un trato: si ellos accedían a
recibir catequesis en la parroquia él les montaría una cancha de fútbol en condiciones
en el jardín de la iglesia, que en realidad era otro descampado, pero vallado y
libre de escombros y cascotes. Los chavales aceptaron sin dudarlo.
Lo primero que hicieron a instancias del párroco
fue cambiar el nombre del equipo, pues el de Forzosos resultaba bastante chocante para unos chicos tan jóvenes.
A pesar de que el padre Lorenzo se negó en un primer instante, los chicos le
convencieron para que el club llevara su nombre en honor de su fundador, y ya
de paso en homenaje a la batalla de San Lorenzo, ocurrida entre las tropas
realistas y las patriotas rioplantenses en 1813. El nombre final que resultó de
la discusión fue el de Club Atlético San Lorenzo de Almagro, pues por aquel
entonces aún no se había producido la escisión de Almagro, naciendo el canchero
y tanguero barrio de Boedo.
No hay que pasar por alto que Almagro es un barrio tradicionalmente
católico y la influencia de la iglesia era, y es, muy fuerte entre sus
habitantes. De ahí que la acción del padre Lorenzo Massa no resulta algo tan
extraño, pues los chicos jugaban alrededor de las parroquias. Aunque claro, ésta
de San Antonio quedaría como la más
conocida por la importancia que tomó con el tiempo el equipo que acogió. Sería
el mismo Lorenzo Massa el que se haría con las primera equitaciones para los
chicos, quiso la casualidad que estas fueran rayadas verticalmente de los
colores blaugranas, y con pantalones de color blanco. La misma que hoy
caracteriza al equipo de Boedo. Por supuesto el escolapio Massa fue el mayor
seguidor de aquel equipo hasta su muerte.
El plantel quedó inscrito por vez primera en el
campeonato amateur argentino en 1915, poco tiempo pasaría para que ganaran los
primeros títulos, se harían con tres casi consecutivos: los de 1923, 1924 y
1927. En 1930 se fundará finalmente el campeonato profesional argentino, donde
participarían los cinco grandes del fútbol argento: Boca, River, Independiente,
Racing y por supuesto San Lorenzo. Tendrían que pasar tres temporadas del recién
estrenado campeonato oficial para que los de Boedo se proclamaran campeones,
siendo subcampeón en los otros anteriores tras Boca Juniors y River Plate. Será
en esa década de los años treinta del siglo pasado cuando reciba el sobrenombre
de “El Ciclón”, pues con su
fantástico juego en la cancha daban la impresión de volar por el campo arrasando
a sus rivales. Por supuesto el nombre caló hondo en la afición, pues entraba en
contra posición con el nombre de su máximo rival: el vecino Huracán. Evidentemente
en esos años los tangos sobre los héroes del barrio se multiplicaron,
cantándose por las pulperías y barcitos cercanos a la cancha tras los
encuentros. Su cancha creada en 1916 se convirtió en un templo, la denominaron
Gasómetro, por su parecido con los viejos contenedores de gas licuado que se
repartían por la ciudad. Un campo construido totalmente en madera y que no
acabó nunca de construirse de forma completa. Lo denominaban el Wembley
porteño, y tenía capacidad para 75. 000 personas.
Imagen
del viejo Gasómetro, sobre avenida La Plata entre Inclán y Las Casas.
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En esa década de los años treinta, concretamente en
los finales, se suman al equipo bonaerense cuatro jugadores que llegaron directamente
desde España. Pertenecían a la selección de Euskadi, y tras el fin de la Guerra
Civil española tuvieron que salir del país. Esos cuatro hombres eran Zubieta,
Emilín, Iraragorri y Lángara. Estos vascos dieron a San Lorenzo lo que le
faltaba para convertirse en un equipo grande, con garra y arrestos para vencer
a cualquiera. Un equipo que comenzaría en ese momento a cambiar la visión del fútbol
que se tenía en España, convirtiéndose en ídolos de masas en su país después de
hacer una gira navideña en la temporada 1946/47. En esta gira disputaron once
partidos entre España y Portugal y solo perdieron uno, el del 25 de diciembre
en el Metropolitano contra el Real Madrid, y tras haberse pasado el equipo toda
la noche de farra por la capital. Incluso jugaron un par de partidos contra la
selección española, metiéndole al combinado nacional siete en el campo de Les
Corts de Barcelona, y otros seis en el Metropolitano de Madrid, y eso que para
estos encuentros dejaron que Isidro Lángara ─la ya por entonces estrella del equipo
argentino─ formara con la selección nacional. Mostraron una forma de jugar
diferente, el balón corría por el suelo, casi estaban prohibidos los balones
colgados y el juego aéreo. Sería el galdacanés Ángel Zubieta quien pronunciara
por primera vez la frase que más tarde haría famosa Alfredo Di Stefano: “la bola al pasto che”. Pero en aquella
época ya había en España un tipo que jugaba con esa mentalidad, la del balón al
suelo y el toque milimétrico, militaba en las filas del Athletic Club de
Bilbao, donde era duramente criticado por no dar pelotazos y no correr como el
resto, este tipo extraño era José Luis Panizo. Tras la gira navideña y ver
jugar al San Lorenzo, se dieron cuenta que todas aquellas estrellas jugaban
como Panizo. Desde ese día nadie más volvió a criticar al vasco por su forma de
comportarse en el campo.
La visita navideña de San Lorenzo de Almagro no
solo cambiaría la forma técnica de ver y practicar el fútbol en España, sino
que también trajo cambios estéticos en los uniformes e indumentarias.
Comenzaron a utilizarse las camisetas elásticas que usaban los porteños, las
calzas encogieron, algunas se realizaron en terciopelo como la que utilizaban Los Cuervos, y las medias dejaron de ser
de lana para ajustarse a las piernas. Incluso las botas pesadas, con los tacos
remachados de mala manera, que destrozaban las plantas de los pies de los
deportistas, se tornaron en ligeros botines de tafilete con los tacos bien
ajustados a la planta.
Pero la gran época de
San Lorenzo pasó, los futbolistas se diluyeron en otros equipos y el de Almagro
cayó en una profunda crisis, perdió su encanto y su modernidad en el juego.
Pasó de ser el equipo al que todos intentaban imitar, a ser uno más de la liga
Argentina, uno que ni siquiera conseguía hacerse con un título por menor que
fuera. A pesar de la mala época aún le quedaría mucho más por perder a Los Cuervos de Almagro, en realidad casi
lo perderían todo. Aun así, en 1959 todo parecía enderezarse un poco, y
consiguen levantar el trofeo del torneo nacional con el ídolo Sanfilipo
marcando 31 goles. Era la época de Martina, Ferro, Carrillo, Facundo, García,
Boggio…
Exterior
del Estadio Pedro Bidegain (Nuevo Gasómetro) en el barrio de Bajo Flores de la
comuna 7 de Buenos Aires.
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En el año 1968 volvería la nueva época dorada de los Cuervos, que en este momento
recibirían el apodo de Los Matadores,
porque mataban literalmente a sus rivales en el terreno de juego. Ese año fue
la primera, y única vez, que un equipo se hacía con el título nacional sin
haber perdido un solo partido en la temporada. Su máximo goleador ese año fue “Lobo”
Fischer, que finalizó la temporada con trece goles, pero también estaban
Bittice, Rosl, Calics, Cocco o Veglio entre otros. El equipo comenzaría esta
edad dorado jugando en Almagro, siendo el equipo señera del nuevo barrio de
Boedo, y todo ello sin moverse de su ubicación original, y la acabará en 1975
cayendo en la desgracia y el olvido. Entre estos años levantó cuatro títulos
nacionales: el Metropolitano en 1968 y 1972 y el Nacional en 1972 y 1974.
A partir de 1975 aparecieron los primeros
contratiempos en la institución, problemas económicos y malas decisiones administrativas llevaron al club
al borde de la ruina. El 24 de marzo de 1976 con el golpe de estado
cívico-militar que produciría el gobierno de facto encabezado por Videla,
comenzaría a fraguarse la persecución a los directivos, jugadores y aficionados
de los Gauchos de Boedo. En 1979 Osvaldo
Cacciatore, uno de los militares de la fuerza aérea Argentina que había
participado en 1955 en el intento de golpe de estado que acabó con el bombardeo
de la Plaza de Mayo y que gobernó la ciudad de Buenos Aires durante la mayor
parte de última dictadura militar, puso su vista sobre el club. Ofreció al
presidente del San Lorenzo de Almagro ochocientos mil dólares por todos los
terrenos de las instalaciones deportivas del club en el barrio de Boedo.
Evidentemente él era la única autoridad en la ciudad, y la oferta se hizo sin
posibilidad de ser rechazada. En ese momento El Ciclón blaugrana se quedó sin instalaciones y sin campo. Poco o
nada le importó al militar que el equipo no tuviera a donde ir. Solo un mes
después, el brigadier Cacciatore, vendió los mismos terrenos a la compañía
francesa Carrefour por el equivalente a nueve millones de euros.
El último
partido que se disfrutó en el Wembley porteño fue un San Lorenzo-Boca Juniors,
que finalizó con empate a cero. El viejo gasómetro sería derruido en el año
1981. Hoy allí se levanta un supermercado de la compañía gala. Estas desgracias
económicas y sociales les valió a los de Boedo el nuevo apodo de Los Camboyanos, después de que su
lateral izquierdo, el uruguayo Luis Malvárez dijera: Somos como los Camboyanos, estamos solos y no damos nada por perdido.
En clara referencia a los camboyanos que en ese momento se encontraban metidos
en una guerra civil cruenta, la cual haría mundialmente famosos por su sadismo
y violencia a los Jemeres Rojos dirigidos por Pol Pot.
San Lorenzo
comenzó a jugar de prestado en todas y cada una de las canchas de la ciudad,
sobre todo en las de Vélez, Atlanta y el vecino y mayor rival deportivo:
Huracán. En 1981 tras varias temporadas salvándose en los últimos partidos
descendió a la B, siendo el primer equipo de los cinco grandes en hacerlo. Dos
años después haría lo mismo Racing de Avellaneda, en el año 2011 River Plate y en
2013 Independiente de Avellaneda descenderían también a la B, coincidiendo con
los 30 años de los primeros descensos de los clásicos. A día de hoy, Boca Juniors
es el único de los cinco grandes que fundaron la competición oficial que no ha
descendido a la segunda categoría, y que posiblemente ya nuca lo haga, al menos
si se sigue manteniendo el extraño campeonato de treinta equipos.
Interior
del Estadio Pedro Bidegain (Nuevo Gasómetro).
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San Lorenzo de Almagro comenzaría esa temporada en
la B jugando como local en el estadio del Club Ferro Carril oeste, junto a la
estación de ferrocarril del barrio de Caballito contra el Gimnastica de La
Plata. Su último partido como local en la segunda sería en El Fortín, el campo de Vélez del barrio de Liniers, donde venció
por la mínima a El Porvenir. Se proclamó campeón de la segunda división y volvía
a la categoría reina un año después, dejando grandes hitos en la B, como por ejemplo
el de haber vendido más boletos para ver sus partidos en la B que cualquier
equipo de la A en esa temporada, o el de superar el record ─que aún mantiene
hoy─ de movilizar más seguidores jugando como local. Fue en El Monumental de River, en un partido
contra Tigre: 75.000 seguidores en su interior y otros 10.000 en el exterior
que no pudieron acceder al campo de los de la franja roja. Y todo ello sin
contar con una sede fija.
En el año 1995 y bajo la dirección de “Bambino”
Veira volvería a la élite de los títulos, y se proclamaría vencedor del torneo
Clausura frente a Rosario Central en el campo de Los Canallas. Comenzaba así una nueva época que traería un título
cada seis años a los aficionados de los Carasucias. En 2001 y 2007 repetiría título con Manuel
Pellegrini y Ramón Díaz respectivamente, y en el 2013 vencerían en el tronero
Inicial con Juan Antonio Pizzi, que en mitad de las celebraciones volaría para
fichar como técnico del Valencia en España.
La locura llegaría con el siglo XXI a Bajo Flores,
en la intercesión que hacen los barrios de Nueva Pompeya y Villa Soldati, el
lugar donde se levanta desde 1993 la cancha Pedro Bidegain, conocida como nuevo
Gasómetro. En la primera década de este siglo, no solo llegó de nuevo el
reconociendo mundial sobre San Lorenzo de Almagro tras proclamarse vendedor de
la Copa Libertadores en 2014, y subcampeón del mundo en el Mundialito de clubes
disputado en Marruecos el mismo año, tras caer en la final contra el Real Madrid.
Sino que también llegó otra alegría tal vez más importante para el socio y
seguidor blaugrana: la posibilidad de recuperar su vieja casa, de regresar a
Boedo y volver a construir una nueva cancha, un nuevo Gasómetro en los terrenos
donde nació el originario de madera. Pues tras mucho luchar, el 15 de noviembre
de 2013, se aprobó la ley de Restitución Histórica por la que se intentará subsanar
los atropellos realizados por la dictadura, y el club recibirá sus viejos
terrenos. Se cree que la casa de los Gauchos
de Boedo volverá a abrir sus puertas siendo la cancha más moderna y mejor
acondicionada de Argentina en el año 2018. Los
Cuervos vuelven a anidar en Boedo, de donde nunca debieron salir.
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