domingo, 3 de mayo de 2015

VELADA DE MITOS Y DECEPCIONES

Pase de prensa de combate internacional en Luan Park año 1975

           Anoche veía el mal llamado combate del siglo. Lo digo porque en el combate del siglo se espera a dos profesionales del boxeo, enfrentándose y brindando un combate de toma y daca a los espectadores, y no fue nada de eso. Ayer solo uno de los dos deportistas hizo su trabajo, el otro se dedicaba a dar pasos hacia atrás hasta chocar con las cuerdas, y tras recibir algún que otro derechazo, y a veces un buen golpe de izquierdas ─que lo dejó mucho más aturdido de lo que él se esperaba en el cuarto asalto─, salir corriendo hasta el otro lado del ring. A pesar de todo, o tal vez debido a ello, llegaron a los doce asaltos, aunque eso pudo ser por conveniencia, pues era el combate con más condiciones, clausulas y apartados en el contrato que nunca se había visto. Así, se lo jugaron finalmente a los puntos. 

Ahí el boxeador americano afincado en Las Vegas, donde se realizaba el combate, llevaba las de ganar con tres jueces que barrían para casa. Pacman el boxeador filipino por el que nadie daba nada hasta el inicio, porque tres años antes sufrió un estrepitoso nocaut, y llegaba al combate varios años después de su punto álgido, pagó los platos rotos. A pesar de todo dio la campanada, y una mano de “golpes” al arrogante y huidizo boxeador americano, que aún no se ha enterado por donde le llegaron los golpes.

            Viendo el espantoso espectáculo ofrecido por el “campeón” del triple cinturón, uno se explica porque las últimas trece victorias de sus cuarenta y nueve a cero ─veintiséis por K.O─, se han celebrado en Las Vegas, en casa y con jueces del lugar. Tal vez si los hubiera disputado en el Madison, en el Price, en Manila, en el Arena Coliseo, o en Luna Park, hoy no estaría a una sola victoria del record de Rocky Marciano.

            El de ayer, quedó muy lejos del enfrentamiento entre Mohamed Ali contra Joe Frazier del 71, en la que Cassius se vio acorralado en una esquina del ring, y en vez de salir corriendo como ayer hizo una y otra vez Mayweather, esquivó con movimientos de cintura lateral, arriba, abajo y reflejos, veintiún golpes en diez segundos. Antes de que Joe lo tumbara. Ali haría lo mismo con él en los dos siguientes; los combates del 74 y 75. 
Nada tuvo que ver el de ayer, incluso con los enfrentamientos salvajes hasta el insulto, entre el mordedor de orejas Tyson y Holyfield del 96, donde Tyson mordió el polvo, y donde en la revancha entre ambos del año siguiente dejaron una de la pelea más sucia de la historia. Fue una pelea marcada por los cabezazos de Holyfield y el mordisco de Tyson, que arrancó una parte de la oreja de su contrincante. Siendo eliminado inmediatamente, en el mismo lugar donde que ayer se vieron las caras los mejores boxeadores de la última década. 

Los españoles tenemos recuerdos más lejanos, a excepción de los Juegos Olímpicos. Ahí Balita Lozano nos hizo disfrutar como locos en las olimpiadas de Atlanta, y sobre todo en Sidney donde rozó el oro en el peso minimosca hasta el último segundo. O en la maravillosa pelea de 1971, cuando aún la televisión pública española los ofrecía en abierto, entre Pedro Carrasco y el mexicano Mando Marcos con victoria del ultimo, por el título vacante del Consejo Mundial de Boxeo en peso ligero. Un combate para guardar en la estantería y visionar después de tragarte infamias marketinianas como la de anoche. Javi Castillejo campeón del mundo de superwelter, el desquiciado Poli Díaz ocho veces campeón de Europa de peso ligero, y el juguete roto en manos de la fama y el dinero de Urtain, que cayó en la desidia tras proclamarse campeón de Europa de los pesados, y en el que no puedo evitar pensar cada vez que paseo por el barrio madrileño de El Pilar, donde se suicidó en 1992 tirándose desde su domicilio en undécimo piso.

veces pienso, que si todo no lo moviera el dinero, quiero decir la publicidad aberrante, la mafia de las apuestas y los casinos, tal vez podríamos seguir viendo boxeo del de antes, del de verdad. Sin jueces comprados, y sin contratos estúpidamente abusivos en los derechos, en lo económico y en los beneficios de uno de los boxeadores sobre el otro. Entonces miro las fotos en blanco y negro de las clásicas veladas de Luna Park, y veo que seguramente esté todo perdido. 

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