Pase de prensa de combate internacional en Luan Park año 1975 |
Anoche veía el mal llamado combate del siglo. Lo digo porque
en el combate del siglo se espera a dos profesionales del boxeo, enfrentándose
y brindando un combate de toma y daca a los espectadores, y no fue nada de eso.
Ayer solo uno de los dos deportistas hizo su trabajo, el otro se dedicaba a dar
pasos hacia atrás hasta chocar con las cuerdas, y tras recibir algún que otro
derechazo, y a veces un buen golpe de izquierdas ─que lo dejó mucho más
aturdido de lo que él se esperaba en el cuarto asalto─, salir corriendo hasta
el otro lado del ring. A pesar de todo, o tal vez debido a ello, llegaron a los
doce asaltos, aunque eso pudo ser por conveniencia, pues era el combate con más
condiciones, clausulas y apartados en el contrato que nunca se había visto. Así,
se lo jugaron finalmente a los puntos.
Ahí el boxeador americano afincado en Las Vegas,
donde se realizaba el combate, llevaba las de ganar con tres jueces que barrían
para casa. Pacman el boxeador filipino por el que nadie daba nada hasta el
inicio, porque tres años antes sufrió un estrepitoso nocaut, y llegaba al
combate varios años después de su punto álgido, pagó los platos rotos. A pesar
de todo dio la campanada, y una mano de “golpes” al arrogante y huidizo
boxeador americano, que aún no se ha enterado por donde le llegaron los golpes.
Viendo el espantoso espectáculo ofrecido por el
“campeón” del triple cinturón, uno se explica porque las últimas trece
victorias de sus cuarenta y nueve a cero ─veintiséis por K.O─, se han celebrado
en Las Vegas, en casa y con jueces del lugar. Tal vez si los hubiera disputado
en el Madison, en el Price, en Manila, en el Arena Coliseo, o en Luna Park, hoy
no estaría a una sola victoria del record de Rocky Marciano.
El de ayer, quedó muy lejos del enfrentamiento
entre Mohamed Ali contra Joe Frazier del 71, en la que Cassius se vio
acorralado en una esquina del ring, y en vez de salir corriendo como ayer hizo
una y otra vez Mayweather, esquivó con movimientos de cintura lateral, arriba,
abajo y reflejos, veintiún golpes en diez segundos. Antes de que Joe lo
tumbara. Ali haría lo mismo con él en los dos siguientes; los combates del 74 y
75.
Nada tuvo que ver el de ayer, incluso con los enfrentamientos
salvajes hasta el insulto, entre el mordedor de orejas Tyson y Holyfield del 96,
donde Tyson mordió el polvo, y donde en la revancha entre ambos del año
siguiente dejaron una de la pelea más sucia de la historia. Fue una pelea marcada
por los cabezazos de Holyfield y el mordisco de Tyson, que arrancó una parte de
la oreja de su contrincante. Siendo eliminado inmediatamente, en el mismo lugar
donde que ayer se vieron las caras los mejores boxeadores de la última década.
Los españoles tenemos recuerdos más lejanos, a excepción
de los Juegos Olímpicos. Ahí Balita Lozano
nos hizo disfrutar como locos en las olimpiadas de Atlanta, y sobre todo en
Sidney donde rozó el oro en el peso minimosca hasta el último segundo. O en la
maravillosa pelea de 1971, cuando aún la televisión pública española los
ofrecía en abierto, entre Pedro Carrasco y el mexicano Mando Marcos con victoria
del ultimo, por el título vacante del Consejo Mundial de Boxeo en peso ligero.
Un combate para guardar en la estantería y visionar después de tragarte
infamias marketinianas como la de anoche. Javi Castillejo campeón del mundo de
superwelter, el desquiciado Poli Díaz ocho veces campeón de Europa de peso
ligero, y el juguete roto en manos de la fama y el dinero de Urtain, que cayó
en la desidia tras proclamarse campeón de Europa de los pesados, y en el que no
puedo evitar pensar cada vez que paseo por el barrio madrileño de El Pilar,
donde se suicidó en 1992 tirándose desde su domicilio en undécimo piso.
A veces pienso, que si todo no lo moviera el dinero,
quiero decir la publicidad aberrante, la mafia de las apuestas y los casinos, tal
vez podríamos seguir viendo boxeo del de antes, del de verdad. Sin jueces
comprados, y sin contratos estúpidamente abusivos en los derechos, en lo
económico y en los beneficios de uno de los boxeadores sobre el otro. Entonces
miro las fotos en blanco y negro de las clásicas veladas de Luna Park, y veo
que seguramente esté todo perdido.
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