Hablar de la casa de los tres patios en el barrio porteño
de San Telmo, es lo mismo que hablar de historia, de patrimonio y de la calle
que sirve de columna vertebral al barrio: la calle Defensa. Si pasas por su
puerta un domingo es fácil que te llame la atención, no porque tenga algo
característico en su exterior, sino por la marea de gente ataviada con cámaras
de fotos y guías turísticas, hablando todos los idiomas posibles, mientras los
carteristas del barrio se frotan las manos al ver tanto despistado junto.
Por suerte entre semana el asunto cambia, la puerta
de la casa está abierta siempre, pero la marea de gente desaparece, y es
entonces cuando es un placer cruzar el zaguán de entrada y pasear por los tres
patios y los dos pisos. Observar detenidamente las tiendas de antigüedades y de
segunda mano, tomarse, si el clima ayuda, un café o una cerveza con un
aperitivo en la amplia y por lo normal soleada terraza de su barcito, en el
segundo piso del patio central.
La casa de los tres patios nació en 1876 o en 1880 ─según
algunas fuentes─, para alojar a la pudiente familia Ezeiza. Dudo mucho de las
fechas de construcción, pensando que debería de ser anterior, pues como el
resto de las casas de familias burguesas criollas, la de los Ezeiza también
quedó abandonada cuando sus habitantes y dueños huyeron de la zona tras la
epidemia de fiebre amarilla que asoló la zona, cuya última plaga fue en 1871.
Por lo que por mucho que se empeñen las voces oficiales, u oficialistas, en
plantear las fechas de construcción en esos años, no sería posible, pues como
pueden observar las fechas no coinciden. Por lo que debió de construirse antes
de la década de los setenta del siglo XIX.
Fechas y erratas históricas impuestas a parte, la casa
de los Ezeiza es uno de los ejemplos claves de las construcciones del estilo
italianizante, con grandes ventanales en el piso bajo y balconada ornamental en
el primero. Permaneció clausurada hasta el año 1910, cuando se instaló en ella,
debido a su gran tamaño, una escuela primaria, que con el paso del tiempo fue
transformándose en la sede del Instituto Nacional de Sordos del país.
Con el golpe de estado de 1930, y la crisis económica
y social que lo acompañó, se produjo en la ciudad la quema y abandono de
algunos edificios monumentales e instituciones locales. Lo que hizo que en esa
fecha los sordos salieran del lugar, convirtiéndose la antigua casa de los
Ezeiza en un conventillo para familias de inmigrantes ─normalmente italianas y
españolas─ recién llegadas al país. El lugar llegó a acoger entre sus paredes y
patios a más de treinta y dos familias.
Cuando en el año 1980 la casa quedó de nuevo abandonada,
con el fin de la llegada masiva de familias desde el viejo continente, la construcción
del viejo barrio fue abandonada de nuevo. En ese año tres arquitectos locales
decidieron recuperarla para uso público, al amparo del recién creado mercado de
antigüedades de San Pedro y Telmo, que comenzaba a celebrarse en la misma calle
cada domingo.
Aún hoy se pueden visitar sus patios y disfrutar de
su historia. Eso sí con otra denominación, pues en la actualidad se conoce como
pasaje comercial de la Defensa. Al entrar por el patio del Tiempo ─el más cercano
a la calle─, se pueden ver tiendas de recuerdos y de ropa de segunda mano.
Pasando bajo el tiro de las escaleras que suben al barcito del primer piso se
accede al patio central, conocido como patio del Árbol, donde destacan las
antigüedades, muebles, vasijas, postales… Para dejar paso al tercer y último
patio, el de los Ezeiza, posiblemente el más bonito y donde se puede observar
la antigua construcción italianizante en todo su esplendor. De nuevo al fondo
otro tramo de escaleras hacía el segundo piso, donde también abren sus puertas
algunas tiendas de recuerdos y de ropa. Todo decorado por un característico
piso de plaquetas negras y blancas, como si de un tablero de ajedrez se
tratara.
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