El que no comió en Ugi´s es porque nunca fue pobre. Tras escuchar esta frase me fui a probar la pizza que muchos porteños
siguen consumiendo a diario. Ugi´s es una de la cadena de pizzas baratas más
importante de la ciudad de Buenos Aires. Hay más del estilo por supuesto, sobre
todo un par de ellas que van creciendo ─Zapi y Fábrica de Pizzas─, abriendo más
locales, y haciéndose fuerte en su lícito empeño de robarle cuota de mercado al
máximo competidor. Pero Ugi´s fue la original, la primera y la que sigue
teniendo más adeptos.
Su fundador, un tal Hugo Solís abrió la primera
pizzería Ugi´s en 1980, en el micro centro porteño, sobre Rivadavia con
Suipacha. Copió la idea de Boston, donde la cadena nació y se distribuyó por
todo el estado, de ahí gracias a Solís saltó a Argentina. La idea no fue mala ─de
hecho funcionó muy bien─, ofrecer un producto extremadamente típico y muy consumido
en la ciudad porteña, pero en este caso a un precio muy ajustado, para
conseguir así que todo el mundo pueda comerla. Ese toque de lugar de paso lo
sigue conservando en cada una de sus pizzerías, la mayoría solo tienen una
barra donde comer rápidamente el producto, de pie y sobre un plato de plástico
o cartón. Otros los más céntricos ─como el de Obelisco y el de 9 de julio y
avenida de Mayo─, tienen algunas mesas viejas y destartaladas. El local
iluminado con fluorescentes está alicatado en baldosas blancas hasta el techo, dentro
de la barra se encuentra el máximo representante de la cadena: el horno de
piedra. Junto a él, en el interior del mostrador abollado por el paso de miles
de personas, dos trabajadores amasan las bases, extendiéndolas después en las
bandejas metálicas donde permanecerán hasta que se horneen.
El
producto es muy sencillo, pizzas de muzza (tomate y queso en barra) y fugazza,
(tomate, queso en barra y cebolla). La bebida es simple también, gaseosas de
cola, naranja y soda, todas ellas de una marca blanca, poco conocida y con mucho
gas en su interior. La bebida en su día fue producida por la misma empresa, al
igual que las barras de queso. Los refrescos Ugi´s desaparecieron con el tiempo,
pero el queso de la marca sigue cubriendo la masa a diario. Últimamente los
locales del centro, abiertos cerca de oficinas y lugares visitados por los
turistas, también hornean medias lunas por la mañana.
Al poco de llegar probé las pizzas que se ofrecen
en los negocios más conocidos, son parecidas a las que hacen en Estados Unidos,
con masa gorda y esponjosa, pero con más queso que las norteamericanas, lo que
las convierte en mucho más jugosas, pero muy lejos de las italianas, al menos
para mi gusto. Muchos de estos locales aparecen en las guías y se recomiendan
en los hoteles, aunque los que más acuden a ellas son los porteños. Estos son unos
locales mucho más cuidados, con mejor calidad en sus productos pero también de
precios más elevados. Suelo comer a menudo la de Las Cuartetas, Banchero, La
Rey, Güerrín, Los Inmortales o Kentacky de Corrientes. En La Americana menos ─de
allí prefiero las empanadas salteñas─, y cuando no quiero ir lejos de casa,
cruzo la avenida de Mayo y entro en La Continental. Pero estas pizzas no tienen
nada que ver con Ugi´s, los locales están mucho más equipados, con una luz más
agradable, en ellos trabajan muchas más personas, y desde luego dan sensación
de más limpieza. Además, éstos ofrecen muchos más productos y variedad que
Ugi´s; empanadas, tortas, tartas, hojaldrados, ensalada de fruta, y sobre todo
un producto con el que todos los bonaerenses acompañan la pizza, la fainá ─una
especie de torta de origen genovés realizada a base de harina de garbanzos,
sal, aceite de oliva, agua y pimienta. Su nombre original en el dialecto
genovés es farinata, pero el porteño
ha ido adaptándolo a su dialecto─.
Como digo, probé la pizza de Ugi´s después de escuchar
la frase con la que abro el artículo. Me lo comentó ─a la vez que me recomendaba
el local─, un hombre de unos cincuenta años en una de las interminables colas
del supermercado. Después de informarme un poco creo que el hombre tenía razón.
Cuando el país pasaba el peor momento económico de su historia, después del
corralito de 2001, la pizzería alimentó a mucha gente que tenía lo justo para
pasar el día, ofreciendo la pizza casi a precio de saldo; la familiar de ocho
raciones a tan solo un peso con setenta y nueve ─el cambio a euros de aquella
época era algo así como unos quince céntimos de euro─. Cuando el precio del
peso se devaluó durante los años siguientes, la cadena mantuvo los precios, y
eso ayudó a que la gente realmente pobre ─cuyo sueldo casi dejó de existir─, pudiera
comer algo caliente y relativamente sano al menos una vez al día.
La inflación
también llegó unos años después y los precios subieron, más si cabe en Ugi´s, donde
sus habituales vieron cómo se pasaba de los diez pesos ─noventa céntimos de
euro─ en 2008, hasta los cincuenta pesos ─casi cinco euros─ de hoy en día. A
pesar de todo, siguen cobrando la mitad que las pizzerías más conocidas por
turistas y bonaerenses, y eso a pesar de que en los últimos años ha perdido
clientela y han tenido que cerrar algunos locales, primero porque aparecieron
fuertes competidores en su línea de producto, y segundo porque la gente, ahora
con más plata en el bolsillo se deja caer por las pizzerías de mayor calidad.
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