Aunque no lo parezca y debido al revisionismo histórico
de los últimos años, o tal vez por ello mismo, en Buenos Aires aún se conservan
varios complejos escultóricos que de una u otra manera recuerdan al país ─o a
personajes de la historia de éste─, que durante siglos fue la metrópoli de las
antiguas colonias americanas, y de sus virreinatos. No todas tienen el mismo
tamaño ni la misma importancia, incluso muchas han salido de nuevo a la
palestra informativa por un traslado radical, que aún sigue a medias y ha
descontentado a una numerosa cantidad de porteños.
Las he ido descubriendo poco a poco, paseando en la
mayor parte de los casos, pues muchas de ellas no aparecen marcadas en el mapa
turístico, o se les nombra muy por encima. La última de ellas que he descubierto
es una de las más “modernas”, de las que menos tiempo lleva en la capital
platense, aunque no lo parezca. Se inauguró en 1936, regalada por el gobierno
español al argentino en símbolo de unión de los dos pueblos. Hoy se encuentra
apartada y casi abandonada en la plaza de Salamanca, sobre la avenida España en
uno de los laterales de Puerto Madero, en la Costanera Sur, rodeada de viejos
edificios de astilleros, lejos del centro y de las miradas de propios y
extraños. Lo que facilita que sea fácil punto de mira de los vándalos y
salvajes que atacan con gusto el patrimonio de la ciudad.
La formación
tiene un enorme basamento de granito rojo y varios grupos escultóricos
realizados por el escultor argentino Arturo Dresco. Las figuras que rodean la
estructura hasta un número de veintinueve, representan a todas las personas que
tuvieron algún papel en la llegada de Colón al continente en 1492, y en la
posterior conquista y conversión al catolicismo del territorio. En lugar
principal lo ocupa el “descubridor”, arrodillado a los pies de Isabel La
Católica, sobre ellos otras dos figuras; una mujer joven que representa a
España y otra joven que hace lo mismo con Argentina. También aparecen
representados Cabeza de Vaca, Elcano, Magallanes, Bartolomé de las Casas, Juan
de Garay o Pedro de Mendoza entre otros. Está claro que el tema no gusta mucho
a los ciudadanos, y aún menos a los gobiernos ─lo cierto es que la temática no
tiene mucho sentido para la época, lo raro es que el intendente de la ciudad la
colocara en la ciudad y no la escondiera en un oscuro almacén─. En 1992 tras
una visita de la reina Sofía, el por entonces presidente Carlos Menem prometió
trasladarla a la intersección creada entre 9 de Julio y avenida de Mayo, junto
a la moderna escultura de El Quijote, pero nunca se hizo y el monumento quedó
en la Costanera Sur, donde hoy muchas de sus esculturas se muestras
desmembradas.
Detalle
del deterioro de las esculturas del monumento español en la Costanera Sur.
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Por suerte, otras esculturas que se relacionan con
España o sus descendientes se mantienen en un lugar más vistoso y en un estado
más digno para una obra de arte. A éste otro ejemplo, muchos lo denominan de
forma equivocada como Monumento a los españoles, cuando en realidad su nombre
debería ser monumento de los españoles.
Fue donado a la ciudad por la colectividad española residente en Buenos
Aires en el año 1910 ─aunque se inauguró en 1927─, para celebrar el centenario
de la revolución de mayo de 1810. La llevó a cabo el escultor español Agustín
Querol y su nombre original fue La Carta
Magna y Las Cuatro Regiones Argentinas. Se decidió colocar entre las
avenidas Libertador y Sarmiento en pleno corazón del bosque de Palermo. En su
base se ven las cuatro alegrías de las regiones: los Andes, el Río de la Plata,
el Chaco y la Pampa. El conjunto es rematado por una alegoría de la República.
La Carta Magna y las Cuatro Regiones
Argentinas entre Libertador y Sarmiento.
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La tercera obra escultórica que recuerda a la
historia de la antigua cabeza del Imperio Español ─o más bien a uno de los
personajes históricos del Imperio─, se encontraba en la parte trasera de la
casa de gobierno nacional, tras la Casa Rosada. En realidad sigue ahí, pero no
en pie, sino desmontada en diferentes bloques que se encuentras diseminados a
lo largo y ancho del jardín de la plaza Colón, en la parte baja de la ciudad.
De nuevo fue un regalo a la ciudad para celebrar el centenario de la revolución
de 1810, en este caso por el pueblo italiano ─no olvidemos la controversia por
el lugar de nacimiento del almirante─, o más bien por Antonio Devoto, un adinerado
inmigrante proveniente de Lavagna, que además de rendir honor a su país
regalando la estatua en su nombre a su tierra de acogida, fue filántropo y
creador del hospital italiano de la ciudad y del pueblo conocido como Villa
Devoto (hoy un barrio integrado en Buenos Aires). La escultura la llevó a cabo
el artista italiano Arnaldo Zocchi, sus veintiséis metros de altura están ─como
no podía ser menos habiendo italianos por medio─, realizados íntegramente en mármol
de Carrara. Colón remata el grupo sobre un monumental pilar decorado con
volutas jónicas, en la parte baja se representan una serie de alegorías
inspiradas en los versos de la Medea de Sófocles. Se inauguró en 1924.
Antiguo
imagen del emplazamiento de la estatua en honor a Cristóbal Colón, en la parte
trasera de la Casa Rosada. Vista desde la avenida Leandro N. Alem.
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En 2007 la plaza pública de cuyo jardín podían
disfrutar todos los porteños y visitantes, quedó escondida detrás de una alta
valla, pues el gobierno de la ciudad había cedido su uso al gobierno de nación,
robando ese espacio al ciudadano con la excusa de cuestiones de seguridad. Un
año después, el nuevo gobierno electo de la ciudad reafirmó este acuerdo,
diciéndose también llevar a cabo una restauración sobre el monumento. La
escultura se encontraba así, dividida en fragmentos en el suelo del antiguo
parque público, hasta que en 2013 la presidenta de la nación anunció que la estatua
dedicada a Colón no volvería a erguirse en la parte trasera de la casa de
gobierno, añadiendo que sería enviada a la plaza Colón de la ciudad costera de
Mar del Plata. La noticia cayó como una bomba en la capital argentina.
Evidentemente las protestas no se hicieron esperar, comenzando
por las asociaciones italianas de la ciudad que no querían ver como una de sus
donaciones a Buenos Aires se iba a otra ciudad. Siguiendo por varias
asociaciones culturales y patrimoniales de la urbe, que llevan bastantes años
criticando y luchando contra el desmontaje y pérdida de patrimonio local.
Finalmente y tras muchas discusiones ─tanto entre los vecinos como los
legisladores─, se decidió que el grupo escultórico no abandonara la ciudad,
pero si su ubicación originaria. Ya se había decidió que en el lugar que
ocupaba el marino se levantará la estatura donada por el gobierno de Bolivia
dedicada a Juana Azurduy: una rabona del Alto Perú, que acompañó a su marido
Manuel Ascencio Padilla en las campañas por la independencia del antiguo
virreinato, asumiendo a su muerte la comandancia de las guerrillas patriotas.
Parece ser que finalmente, la controvertida escultura se instalará en el paseo
de la Costanera Norte, cerca del aeropuerto Jorge Newbery, supuestamente durante
el año 2016. Aunque tal vez sea demasiado suponer.
Desmontaje
del complejo escultórico dedicado a Cristóbal Colón. Imagen Associated Press.
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