Si hay una cosa que
une a la mayor parte de las ciudades, y de los países del globo, son las
estatuas de héroes, militares, reyes o religiosos, que se levantan en medio de
plazas, y sobre todo en los espacios más amplios de parques y jardines. Pero
dentro de ese ámbito hay una tipología que resalta por encima de cualquier otra:
las estatuas ecuestres.
Evidentemente, en un país como Argentina y en una ciudad como
Buenos Aires, donde la más importante historia patria, la que les trajo la
soberanía, la independencia, la moneda, la bandera o el himno se ha vivido
apenas doscientos años atrás, la atracción hacía las estatuas de héroes,
militares y estadistas, es el pan nuestro de cada día. Lo cual hace que a lo
largo y ancho de las plazas, parques y jardines de la ciudad se diseminen
decenas, incluso centenares, de figuras de hierro fundido pertrechadas con
trajes militares y en poses triunfantes. En ellas están representados los hombres
que aceleraron y lucharon por la independencia de aquel Virreina de la Plata, el
último en formarse bien entrado ya el siglo XVIII mediante la unión de tierras
y gentes que nada tenían que ver entre sí. Lo que hizo, por supuesto, que se
independizaran a las primeras de cambio.
La mayor parte de estas esculturas portan algún
elemento en las manos, casi todos son símbolos de guerra, que utilizaron en sus
paseos militares o en sus batallas. La simbología de estos componentes no es
casual, pues muchos tienen que ver con algo que han realizado sus dueños por el
bien de la nación a la que representan. Si bien, muchos llevan una espada,
reflejándose como guerreros o fieros militares. Otros como en el caso de la
representación de Manuel Belgrano en la plaza de Mayo de Buenos Aires, junto a
la casa Rosada, porta un estandarte o una bandera, pues fue él el creador de la
enseña blanquiazul que representaría a Argentina tras la independencia.
Al igual
que no es casual tampoco que el caballo vaya en posición de paseo, de saludo, levante
una pata, las dos, o posando las cuatro en suelo. Esta simbología nos hace
saber mucho más del tipo que va sobre su grupa de lo que podemos pensar a un
simple vistazo. Por ejemplo, si el caballo levanta las dos patas delanteras en
corbeta, quiere decir que el militar, rey o lo que sea que porta, murió de
forma natural. Cuando se representa con una pata levantada, nos indica que
murió de las heridas causadas durante una batalla, o si por el contrario camina
tranquilo, con sus cuatro extremidades sobre la base, nos narra que falleció de
forma violenta, posiblemente en una batalla, o en una encerrona para quitarle
el poder. Pero cuidado con esto, porque la simbología es bastante complicada y en
ocasiones mentirosa, pues a pesar de que estos principios suelen ser básicos y
fundamentales, en algunos países cambian y narran lo contrario. A veces por
tradición, y otras por falta de conocimiento de la simbología ecuestre. Sobre
todo si las esculturas son actuales.
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