Corría el año 1824 cuando se dio un hecho que decidiría
la historia de América Latina: la victoria patriótica en Ayacucho. Este hecho
refrescó las intenciones independentistas de los habitantes de la banda
Oriental ─actual Uruguay─, que se encontraban refugiados en Buenos Aires
después que en el año 1823 tuvieren que exiliarse, tras malograrse la
insurrección armada urdida por ellos contra la invasión brasileña. Estos, los
brasileños, habían sustituido al Imperio Portugués en el dominio del antiguo
territorio del virreinato del Río de la Plata en 1817.
Hoy apenas quedan recuerdos de aquel grupo que se
reunió al calor de la conspiración para intentar llevar la independencia total
a la actual República Oriental del Uruguay. Estos tipos, comenzaron a juntarse
en busca de la definitiva expulsión de los invasores brasileños, y para ello se
dieron cita en un edificio que se encuentra en la esquina de la calle Alsina
con Defensa, entre los barrios porteños de Montserrat y San Telmo.
Allí a día de hoy en el chaflán del edificio, abre la
puerta una farmacia histórica de la ciudad: la farmacia Estrella. Pero en su
momento el negocio que daba servicio a la población era una sastrería que
atendida Luis Ceferino de la Torre. Ese lugar recogió al nutrido grupo de
libertadores orientalistas, que pasarían a la historia como los treinta y tres
orientales. Aunque hay crónicas que dicen que fueron más, y que no aparecieron
reflejados en las actas tras apartarse del grupo, o desertar directoramente.
Otros apuntan a que debieron de ser treinta y tres exactamente, porque es el
número de grados en las logias masónicas, sociedad a la que pertenecían todos,
o al menos la mayoría de los luchadores por la independencia del actual
Uruguay.
Que se reunieran en una sastrería tenía su sentido, al
menos lo tuvo cuando se decidió llevar a cabo el movimiento, pues con las telas
de ese local se formaron las dos banderas tricolores en azul, rojo y blanco, que con la leyenda “Libertad o Muerte” portarían los tipos al declarar la
revolución.
En abril de 1825 el primer grupo de los treinta y
tres orientales embarcaron en las costas de San Isidro con intención de cruzar
el río de la Plata. Las autoridades argentinas sabían de la incursión pero les
dejaron hacer, declarándose neutrales. Por su lado Juan Manuel de Rosas, el que
sería dos veces gobernador de la ciudad de Buenos Aires, y el tipo que bautizó
con su nombre uno de los periodos más importantes de la historia contemporánea
del país financió la expedición.
Una vez cruzado el río de La Plata, los dos grupos
se reunieron el 15 de abril en la isla conocida como “Brazo Largo”, sobre el
río Paraná, y desde ahí remontaron las aguas del río Uruguay, sorteando las
patrullas brasileñas. Al pisar tierra uruguaya los esperaban patriotas locales que
les sirvieron todo lo que necesitaron. El 19 de abril ondearon las banderas, y
realizaron el juramente de liberar la patria o morir en el intento. El germen
de la expulsión del invasor brasileño y de la lucha por independencia de la
nueva República Oriental del Uruguay estaba sembrado, y poco tardaría en
consolidarse.
Desde el año 2010 una placa de mármol situada en la pared
de la farmacia, que se eleva sobre la vereda de calle Alsina, lo recuerda.
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