Foto: Federico Guastavino. |
“Soy hijo de los cafés. Todo lo que
sé se lo debo a ellos. Sobre todo el arte de narrar. Lo aprendí escuchando, en
las mesas de los bares, a aquellos maravillosos narradores orales cuyos nombres
ignoro, que contaban mentiras prodigiosas y las contaban de tan bella manera
que todo lo que contaban volvía a ocurrir cada vez que ellos lo narraban.” Esto lo contaba
Eduardo Galeano en una entrevista concedida hace un par de años a uno de los
grandes periódicos nacionales argentinos. Narraba irónico, que era uno de los
pocos que tenían la suerte de que el café de cada día se lo sirviera Dios. Sonreía,
y miraba a la camarera andaluza que atendía las mesas. Alba Marina de nombre,
Dios de apellido.
El
Brasilero era su segunda casa. Así lo consideraba él y sus cercanos. Ese café
de otros tiempos, que se mantiene en pie en la Ciudad Vieja de Montevideo.
Cerca de las terminales marítimas, de los transbordadores que parten hacía
Buenos Aires, de la vida portuaria más castiza de la ciudad. Como si los vientos de otra vida le persiguieran, y pensara que
en cualquier momento debería volver a huir de su país, como ya le ocurrió en
1973 tras el golpe de estado. Eso son marcas, que quedan en el carácter de las
personas que sufren una persecución. Como aquellos que siempre llevan el pasaporte
encima, para salir corriendo del país, del continente si fuera necesario.
Porque ese gesto, hace muchos años le salvó la vida.
Tras
la salida de Uruguay, pasó una temporada en Buenos Aires y otra en Barcelona, hasta
que en 1985 pudo volver a su país. Su obra Las
venas abiertas de América Latina, era ya su obra señera, para lo bueno y
para lo malo. Pues como él decía, "Las
venas abierta de América Latina fue un
punto de partida, no de llegada. A partir de ahí fui desarrollando un lenguaje
propio. Abarqué otros estados, otros perfiles, otros temas de la realidad".
El
fútbol, su Nacional del alma, la cultura, los indefensos, América Latina, el
café y las mujeres eran su verdadera pasión. Su última obra acaba de salir a
la calle y se llama así, Mujeres.
Recoge numerosos artículos sobre ellas y sus luchas en todas las épocas de la
historia. Pero no es su obra final, ésta saldrá en breve. Pues Galeano dejó un libro terminado con la orden de que se publicara tras de su fallecimiento.
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