El
cuerpo embalsamado de Evita Perón, junto al doctor Pedro Ara.
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Todas
las dictaduras tienen muchas historias tétricas a sus espaldas, muchas de ellas
escondidas bajo siete llaves y que comienzan a destaparse después de muchos
años. Pero si hay una historia que pudiera servir para redactar una novela de
carácter negro y oscuro, esa es la historia del cadáver momificado de Eva
Duarte. Evita.
Como saben, la mujer del general Perón, presidente de
Argentina, fue muy querida por la población, pues a pesar del carácter un tanto
autoritario de su marido, ella llevó a cabo una enorme labor en pos de los
necesitados y de los obreros argentinos, lo cual le valió mucho cariño, incluso
después de muerta. Toda la historia comienza cuando Evita se desmaya en enero
de 1950, durante un acto del sindicato de taxistas. En esa época, Evita acababa
de ser propuesta por el sindicato C.G.T como vicepresidenta del futuro gobierno
nacional, junto a su marido el general Perón. Esto amenazaba con abrir una grieta
dentro del peronismo, pues una buena parte de sus integrantes y militantes, no
veían con buenos ojos que una mujer pudiera presentarse a un puesto político. No
hay que olvidar que la primera vez que la mujer argentina tendrá derecho a
votar, y a presentarse en unas elecciones, será en las de noviembre del año 1951.
Pero ese cisma no fue a más, pues el último día de agosto de 1951, meses antes
de las elecciones, Evita renuncia a presentarse. Poco tiempo antes había vuelto
a desmayarse en la sede de su Fundación. Días después de ello, sus médicos le
habían detectado un cáncer de útero que acabaría con su vida en menos de un
año. Esas elecciones las ganaría el general Perón y ella votaría desde el
hospital. Moriría el 26 de julio de 1952, con treinta y tres años.
Rápidamente, su cuerpo fue embalsamado. Su momia, quedó
perfecta gracias a la labor del doctor español Pedro Ara. Tras ser despedida
con honores de presidente en el congreso, su cuerpo permaneció en la sede del
sindicato C.G.T, para siempre. O eso creían al menos sus dirigentes y
seguidores. Pero en 1955, los militares derrocan el gobierno democrático de Perón,
y el dictador Pedro Eugenio Aramburu ordenó el secuestro de la momia de Evita.
El encargo de esa macabra empresa recayó en el teniente coronel Carlos de Mooki
Koening. Éste y sus hombres, se presentaron en la sede de la C.G.T, y sin aviso
previo cargaron el cuerpo de la que fuera mujer del presidente derrocado en una
camioneta militar. Sin órdenes específicas y sin saber qué hacer con ella, la
pasearon por la ciudad en la camioneta, teniéndola durante semanas escondida en
su interior, y teniendo aparcando el vehículo militar por diferentes calles de
Buenos Aires.
De ese modo permaneció el cuerpo vagando por la capital argentinas hasta que se decidió esconderla en la sede de los
servicios de inteligencia del país- la SIE-. Fue entonces cuando el teniente coronel
Mooki Koening se obsesionó con ella, y ordenó que la colocaran de pie en su
despacho para mostrarla a sus visitas. Incluso en una fiesta que tuvo lugar
allí, con militares de alta graduación, la momia sufrió varios golpes, que la
aplastaron la nariz y partes de la cara, así como la pérdida de un dedo. Las
malas lenguas acusaban al obsesionado teniente coronel de llegar a manosearla
sexualmente. Lo que obligó al dictador Aramburu a destituirle fulminantemente.
Ordenando a Héctor Cabanillas sepultar la momia de Evita clandestinamente..
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