Hay
dos típicos clásicos de recipientes de bebidas alcohólicas en Buenos Aires,
aunque en muchos lugares se están perdiendo y están siendo sustituidos por vasos
y copas de diseño, e incluso por tarros de cristal con tapadera metálica-es
bastante normal en barrios como Palermo, La Recoleta o Núñez que te sirvan la
bebida en los restaurante más de moda en estos recipientes-. Por suerte hay
sitios que no han caído en estos imperativos pasajeros de modas o tendencias, y
siguen sirviendo ciertas bebidas, como el
vino de la casa en los recipientes clásicos. No hace falta irse a las viejas pulperías
que aún aparecen en algunas calles del viejo Buenos Aires para encontrarse con
ellos, sino que muchas pizzerías o restaurante del centro siguen utilizándolos.
Incluso hay una lujosa tienda de vinos entre Corrientes y 25 de Mayo, que
decora su esquina con una numerosa cantidad de estos recipientes en dorado
brillante. Juntando la tradición con la moda del momento.
Uno de estos recipientes es la denominada como damajuana,
un enorme recipiente circular de cristal grueso y verdoso, con una boca corta y
estrecha relleno normalmente de vino tinto o moscato. Son recipientes muy
pesados, y que contienen muchos litros de vino casero a granel. Por ello, por
la incomodidad en su manejo nació el segundo recipiente. Éste recipiente en la
actualidad se realiza en varios tamaños y medidas, pero el original es el que
albergaba en su interior un litro. Me refiero a los llamados pingüinos de vino
de la casa. Tanto las damajuanas como los pingüinos nacieron antes de que se
sancionara en el país la ley de embotellamiento del vino, cuando las grandes
garrafas venían a la capital directamente desde las bodegas de Mendoza. Lo
cierto es que no se sabe el porqué de la elección de la figura del animal,
puede ser por que el cuerpo del pingüino se parezca a la forma de la jarra, por
casualidad, o porque a alguien en su día le hizo gracia beber vino que había
salido por el pico del animal.
El pingüino es una jarra de cerámica o de loza, normalmente
de color blanco o marrón que en la parte delantera muestra una cabeza similar a
la del animal en cuestión, rematando en un pico con una abertura por donde se derrama
el líquido sobre las copas, en la parte trasera y sobre el asa, se abre una amplia
oquedad por donde se rellena cada vez que es necesario. Los pingüinos se
colocan en las repisas altas de los bares, parrillas o pizzerías, se ven desde
que entras en el local, como si el dueño estuviese orgulloso de seguir utilizándolos
en diario, y cada vez que un cliente solicita un nuevo litro de vino de la
casa, el pingüino se llena directamente desde la botella de damajuana. Ésta
suele estar en un lugar próximo a la clientela, dentro de la barra y al natural,
aunque siempre hay alguna metida en la heladera, por si a alguien se le antoja
el vino helado.
Damajuana y pingüino.
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