La
plaza de Mayo cuenta con una gran cantidad de edificios monumentales e
históricos, una colección que se amplía en las cercanas avenidas, como Sáenz
Peña, Julio. A. Roca, o la propia avenida de Mayo. Cierto es que la ciudad
perdió un punto clave en su arquitectura y de su esplendor, cuando en mayo de
1884 se mandó derribar la recova que en su día dividía la plaza de la Victoria
por la mitad, a la altura de las actuales calles Defensa y Reconquista, y cuyo
lugar ocupa ahora la pirámide de Mayo.
Allí estuvo en su día el primer
edifico del teatro Colón, la vieja catedral metropolitana y el fuerte colonial.
De todos estos edificios solo queda en pie uno, el Cabildo. Éste se construyó
en 1580 durante el dominio español, cuando la zona pertenecía al que después
sería el Virreinato del Perú, y mucho antes de que fuera creado el Virreinato
del Río de la Plata. Allí se juntó la corporación municipal, hasta que se decidió cambiarla de lugar de
forma definitiva en 1821. Aunque en realidad fue construido en dos ocasiones,
la primera en 1608, en el edifico que se designó para ello en 1580, y que tendría
en su interior dos humildes salas. La segunda construcción se llevaría a cabo
en 1711, y se haría para dar solidez a un edifico que cada vez iba tomando más
importancia. En 1879 se remodeló totalmente, se le cambió la cara exterior
totalmente, imprimiéndole un claro estilo italianizante, además en el centro se
levantó una descomunal torre de tres pisos, torre que a pesar de darle un
importante empaque a la construcción sería efímera.
En 1889 se decide abrir la que a la
larga sería la famosa avenida de Mayo, y cuando se buscó conectarla con la plaza
de Mayo debieron derribar tres arcos de la galería del cabildo, pues impedía la
conexión. El cabildo quedaba cojo de un lado, y bastante desfigurado, para
intentar minimizar la mala imagen se desmonta la enorme torre. En 1931 se
terminó con la asimetría del edifico, pues se abrió la diagonal Julio A. Roca, y
de nuevo para poder enlazarla con la plaza se hicieron desaparecer otros tres
arcos. Dejando al cabildo con los cinco actuales que muestra hoy en día.
El
Cabildo porteño, entró también en la historia del país por ser el primer
monumento nacional que recibió una restauración de forma científica, con la que
se intentó recuperar el antiguo edificio original, que tantos cambios y
reformas había sufrido a lo largo de sus años. Se creó entonces una plaza en la
parte trasera del Cabildo, en él se colocaron quioscos de libros antiguos-los
que hoy están en la plaza de Tribunales-, que serían movidos de allí en 1960, durante
la celebración del sesquicentenario de la revolución de Mayo, y la adecuación
del patio imitando a las casas de la época colonial.
Ese fue posiblemente el punto culmen
en la importancia del edifico; mayo de 1810. Cuando los partidarios de la
independencia de los territorios sobre el Imperio Español, se reúnen allí en
varios cabildos abiertos para conseguir la dimisión del virrey Cisneros y la
creación de la Primera Junta, para después de muchas luchas y problemas llegar
a al independencia final en 1816. Su estructura colonial llama mucho la
atención, no solo si se compara con el resto de edificios de la plaza, sino si
se compara con cualquier edificio de la ciudad, pues él es el único que sigue
existiendo desde el tiempo de la Colonia, el único que a pesar de las numerosas
reconstrucciones y restauraciones ha llegado hasta nuestros días.
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