sábado, 16 de mayo de 2015

FERIAS


             Desde hace años tengo la costumbre de pasarme por las ferias literarias o editoriales que se celebran en mi ciudad, o en el lugar que me encuentre en ese momento. Hay de todo, desde macro ferias de carácter internacional hasta pequeñas ferias de distrito o barrio. En todas ellas encuentras siempre alguna curiosidad, alguna publicación, alguna conferencia, o algún acto por la que merece la pena haberse desplazado hasta el lugar donde se celebra el asunto.

            Suelen gustarme las ferias de pequeñas dimensiones donde todo es más cercano. Allí la temática suele ser especializada en un tema, encuentras publicaciones olvidadas o descatalogadas, y te topas con editoriales de pequeño tamaño que miman sus publicaciones, en muchos casos buscando ayudas y financiación hasta debajo de las piedras, para seguir adelante al menos un número más.

            Hace unos días cuando me dirigía al campus de la Universidad Nacional de la Plata, donde realizo mi estancia de posgrado, me encontré con el cartel que anunciaba una de estas ferias independientes en las propias instalaciones de la facultad de humanidades. Después de finalizar mi tarea decidí pasarme por las salas que la facultad había cedido para la celebración del acto. La entrada estaba llena de piquetes informativos de partidos políticos.  
            Las facultades argentinas en general tienen un fuerte y marcado carácter político. Es bastante normal encontrarse en el hall de entrada de éstas las paredes empapeladas con peticiones estudiantiles, luchas y propuestas para mejorar la vida educativa. Decenas de mesas pintadas de los colores corporativos de todos los partidos políticos se diseminan en el piso bajo de la misma, allí jóvenes seguidores y afiliados de estas tendencias políticas ofrecen publicaciones y panfletos ideológicos. No es extraño que pequeños grupos interrumpan las clases para discursear sobre su ideología, o mostrar lo que opinan de una u otra ley. Intentando ganarse el apoyo o la simpatía de los estudiantes que en ese momento se encuentran en el aula. En ocasiones resultan cargantes, pues llegan a interrumpir en varias ocasiones alguna clase, y se les debe permitir que den su mitin. Es una costumbre de la universidad pública argentina, y como tal se debe respetar. Está bien que la juventud del país se interese por la política y el buen funcionar de su país, aunque a veces hacen flaco favor a que las clases avancen como deben. Tal vez sería más útil para todos hacer estos actos en los quince minutos que discurren entre clase y clase, y así tampoco obligar a los alumnos y al profesor a escuchar la perorata de todos los partidos. Que se queden los que tengan interés en escuchar a unos y otros. No enfriarían las clases, y sería algo más democrático, supongo. Pues en ocasiones hay que escuchar perspectivas utópicas, u otras que rozan la xenofobia.

            El caso es que como digo me pasé por la feria que anunciaban los carteles, tras cruzar la primera sala donde se encontraban las mesas de los partidos, que me acopiaron de un buen número de publicaciones políticas, conseguí llegar a la parte en donde se mostraban las publicaciones independientes. Éstas como era de esperar, estaban llevadas a cabo por esas pequeñas editoriales que sobreviven como buenamente pueden, o les dejan. El lugar estaba bien montado, con pequeños estands donde se explicaba que publicaciones realizaban, y como conseguían los fondos para llevarlas a cabo. En este caso la temática tenía que ver con las diferentes alas de la facultad de humanidades; historia, arte, literatura, filosofía o diferentes filologías. Antes de irme pude asistir a una mesa redonda, en ella se trataba la problemática de la extrema politización de la sociedad argentina, apartando a ésta sociedad cada vez más de la cultura y de la educación.

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