miércoles, 26 de agosto de 2015

LA QUINTA DEL ÑATO


             Tardé en pasear en profundidad la viaja Chacra de los Colegiales, el lugar que hoy se conoce como cementerio de La Chacarita, y que es el camposanto más grande de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Solo es necesario mirar un mapa como el que yo tengo situado en la habitación que ocupo en el centro bonaerense para observar un enorme cuadrado-casi perfecto- de color blanco en mitad del mismo. En 1871 el lugar se convirtió en el cementerio de la ciudad, después de que un brote de fiebre amarilla obligara a dejar atrás durante un tiempo al de La Recoleta.

            El asunto llevó a crear esa enorme Quinta del Ñato, una acepción tomada del lunfardo, para definir con socarronería a los enterramientos criollos, que solían realizarse en sus propios territorios, lo que llevaba a que esa parte de la quinta fuera denominada como la del ñato, haciendo referencia a las calaveras, que por no tener nariz eran consideradas así; ñatas, o chatas. Al final se popularizó, incluso Julio Cortázar lo recoge en las páginas de Rayuela.

            Al poco de llegar a Buenos Aires y casi por casualidad aparecí allí, comí en una pequeña parrilla y me asomé para visitar rápidamente la tumba de Gardel, situada prácticamente a la entrada del enorme predio. Nada más, salí, llevaba prisa y decidí volver más tranquilamente otro día, pero la visita se fue dilatando y la llevé a cabo finalmente en mi última semana en la ciudad. Me sorprendió que no fuera lo que me esperaba, al menos en su totalidad. Suponía un cementerio histórico, total, como es el de Père Lachaise de París, o el de La Recoleta de la misma ciudad, pero no, solo la primera parte lo es, después, tras pocas cuadras te encuentras tumbas escavadas en la propia tierra, sin más decoración que una cruz decorada con flores y con detalles que gustaban al finado-varias remeras de equipos de la ciudad, imágenes, chapas recordatorios…-. Junto a esto, grandes galerías de nichos escavados en el suelo, y a los que se accede bajando por unas escaleras, entrando después en diferentes galerías. Un poco más lejos, aparecen de nuevo grandes construcciones, pero todas ellas comunales; para el ejército, la policía federal, la sociedad asturiana… Y de nuevo al fondo más nichos, al estilo tradicional. 

Entrada monumental al cementerio bonaerense de La Chacarita.

            Realmente en muchos momentos parece que paseas por un campo, verde, amplio y sin ninguna indicación de que estés paseando por un cementerio del tamaño del de Chacarita, un lugar que aún sigue en funcionamiento, que sigue albergando cuerpos y almas, o cenizas, que salen del crematorio que se encuentra en el medio del recinto. Junto a él, apenas  unos metros, el punto que recuerda a las grandes figuras de la sociedad argentina en general y porteña en particular; Alfonsina Storni, Goyeneche, Troilo, Pugliese, o Quinquela Martín entre otros. Un lugar interesante de visitar, pero siempre con respeto, algo que creo no se consigue en La Recoleta, que más parece un tour turístico donde hacerse fotos, y gritar al cuñado de turno para que corra a hacerse una selfie con la tumba de tal o cual persona, sin recordar que el lugar y sus habitantes merece un mínimo de educación.

Tumba de Carlos Gardel. 


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