miércoles, 12 de agosto de 2015

LA CASA DE LA PALMERA

 
           Las calles del viejo Buenos Aires esconden historias de todo tipo, unas nos enseñan a comprender mejor la ciudad y la historia del país, otras más oscuras, nos hacen entender la parte subterránea de la gran ciudad. Estas historias que en su día quedaron tapadas y olvidadas bajo el avance de la que sería la nueva ciudad, hoy siguen saliendo al camino de los visitantes, y sobre todo de los habitantes de Buenos Aires.
            En ocasiones, muchos de los trágicos casos que ocurrieron en la ciudad durante la década de los años veinte, treinta y cuarenta del siglo XX, se han cubierto de literatura y de ficción, lo que ha ocasionado que muchas de las personas que se entregan a la lectura de las novelas que narran ciertos hechos, se hagan a la idea de que todo es fruto de la malévola imaginación de un tipo solitario que escribe por la madrugada, bebiendo whisky y fumando tabanco negro a la luz de un flexo del que emana una luz amarillenta.
            Pero no todo es así, y la historia de la casa de la palmera de la calle Riobamba es un ejemplo de ello. La casa se sigue manteniendo exactamente igual que cuando se construyó, algo extraño en una zona donde todos los caserones fueron devorados por la piqueta y las políticas urbanicidas hace mucho tiempo. Tal vez la negra historia que presenta la casa haya ayudado a que permanezca ahí, encajada entre dos bloques de viviendas neutras y bastante simples.
            Se dice que la historia de la casa de la palmera, pudo inspirar a Julio Cortázar para escribir su cuento Casa Tomada. Es posible que Cortázar conociera la historia de la casa y de la familia que la habitó, pues siendo de carácter curioso y un tipo que pasaba mucho tiempo paseando por la ciudad y en los cafés del centro, donde charlaba con todo tipo de personas, pudo darse la situación  de que se charlara de casas malditas, o de historias macabras del micro centro porteño, siendo un tema recurrente más del día. Lo cierto es que salvo por algún pequeño detalle, la historia real y la que se cuenta en Casa Tomada no tienen mucho que ver, pero no deja de existir un hilo que las une. Tampoco es descartable que todo sea un mito, y que Cortázar se inspirara en unos vecinos de su barrio, Agronomía. Que fuera una historia de algún amigo de París, o que como tantas otras naciera de su imaginación.
            Si no han leído el cuento de Cortázar se lo recomiendo, yo aquí no se lo voy a destripar, pero si les voy a contar la historia de la familia que vivió en la casa de la palmera. Los dueños fueron la familia Galcerán, una familia de buena posición. El padre murió pronto y la madre, doña Catalina Espinosa de Galcerán, se instaló allí con sus hijos; cinco hombres y una mujer.
            La única hermana se llamaba Elisa, y no veía con muy buenos ojos las múltiples salidas de juerga de sus hermanos, aunque lo que más la desagradaba era lo muy mujeriegos que eran. Ella no decía nada, pasaba los días encerrada en casa, cada vez volviéndose más esquiva y menos cercana a los restos de habitantes de la casa de la calle Riobamba, esa actitud se volvió casi enfermiza tras la muerte de la madre.
Pronto la desgracia comenzó a cebarse con los varones de la familia Galcerán. Varios hermanos fallecieron de forma extraña y muy cercana en el tiempo, lo cual sumió a Elisa en una enorme pena, que decidió ir cerrando con llave y dejando inutilizadas las habitaciones de su madre y de sus hermanos fallecidos. Los años fueron pasando y Elisa cada vez tenía que ir cerrando más habitaciones, hasta que un día tras la muerte del último de sus hermanos clausuró de forma definitiva las nueve habitaciones de la vieja mansión. Tras ello se encerró en el sótano, donde tiempo después la encontraron muerta. Había tomado el mismo veneno que usó para acabar con toda su familia.

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