martes, 28 de julio de 2015

BIZCOCHOS CANALE

            Pasar por delante de la vieja fábrica de Bizcochos Canale en Barracas, es como rememorar aquel viejo Buenos Aires, cuando la ciudad no solo era la urbe de referencia dentro de América, sino que era la envidia de Europa. Aquella fantástica y lejana ciudad capaz de igualarse al París y Londres de entreguerras. Cuando el hoy casi olvidado barrio de Barracas, no solo era el zenit del tango más arrabalero y más auténtico, donde la garufa y la bronca se mezclaban entre los sonidos del bandoneón y el sabor de la ginebra a granel, bajo la luz de un farolillo tibio en una esquina de la parte baja del barrio, donde los malandros o los malevos de traje oscuro con raya blanca fina, casi invisible, funyi de fieltro y mostacho criollo se movían fantasmagóricamente, amenazantes, por el entorno de los viejos y oxidados railes de la estación y el Riachuelo.
            En esos años Barracas era un barrio de floreciente crecimiento industrial, además de los Bizcochos Canale, los chocolates Águila triunfaban un poco más abajo, cerca del final de la calle Vietyes. Los bellos edificios señalaban donde se encontraban las más pujantes empresas patrias. Hoy eso todo es historia, la vieja fábrica de chocolates se mantiene en pie, si, bella y majestuosa en su esquina, pero de su interior no queda nada, hay un supermercado. El caso de los Bizcochos Canale no fue diferente, después de estar mucho tiempo abandonada, fue el gobierno de la ciudad el que se hizo con el local, y colocó oficinas gubernamentales en su interior. Al menos la fachada se respetó, y eso en los años que corren, de nuevas formas, eclecticismo y mínima decoración, es todo un logro.
            Lo que ocurrió con los productos que ofrecían ya es otro cantar, los chocolates Águila se siguen fabricando-son los mejores para hacerse un buen submarino. Un vaso de leche caliente con un pedacito de chocolate negro en su interior-, pues Arcor, la única fábrica local de dulces que sigue existiendo la compró. Pero los bizcochos y las galletitas que se realizaban en el interior de la vieja fábrica Canale-situada en el triángulo mágico que nace de la unión de tres clásicos barrios porteños; Barracas, San Telmo y La Boca-, desaparecieron para siempre hace unos años, cuando la empresa fue comprada por la multinacional americana Nabisco en 1999.
 
            Lejos queda ya aquel día de 1875, cuando José Canale decidió abrir una pequeña panadería entre la calle Defensa y Cochabamba, local que muy pronto se convertiría en la panadería más conocida y transitada del barrio. Esto haría que el negocio se quedara pequeño en seguida, teniendo que trasladarse al nuevo emplazamiento donde se levantará el actual edificio, en Martín García. En los años treinta del siglo pasado, comenzaría a fabricar además del pan los famosos bizcochos, y en los años cincuenta haría lo mismo con una amplia gama de mermeladas. El caos llegaría en 1985, cuando un incendio devoró la mayor parte de la fábrica, y desde entonces ésta no levantó cabeza. El incendio hizo aumentar enormemente la deuda de los dueños-descendientes del fundador-, que para salvaguardar el producto decidieron vender la fábrica a la argentina Macri, era 1994. Esta empresa la mantendría hasta 1999, cuando pasó a la multinacional Nabisco, cerrándose la fábrica, y con el tiempo desapareciendo los Bizcochos Canale de las mesas de los argentinos
 

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