viernes, 3 de julio de 2015

AGUANTE


            Desde el pasado miércoles todas las entradas de subte, y muchos carteles de señalización luminosa del centro de la ciudad de Buenos Aires rezan con la siguiente leyenda; Vamos Argentina. Supongo que como mínimo permanecerán así hasta la noche del próximo sábado, el día en que se juega la final de la Copa América 2015; la cual se ha disputado durante el último mes en Chile. La final la jugarán los argentinos contra el anfitrión, una selección bastante odiada por los aficionados locales, y por los de otras selecciones cercanas; como Uruguay o Bolivia.

            La noche del pasado martes en la ciudad chilena de Asunción, y en un campo repleto de seguidores chilenos, la selección argentina venció a Paraguay entre un ambiente hostil, donde los seguidores chilenos presentes ─mayoría, muy por encima de los aficionados de las selecciones que se enfrentaban en el campo─ comenzaron pitando el himno argentino, para seguir después con insultos varios hacia los jugadores. La afición argentina no se quedó atrás, incluso en las calles porteñas tras la victoria en semifinales, cuando ya sabían que su rival en la final del campeonato sería Chile comenzaron a oírse canciones ofensivas e insultos al país vecino. A Chile aquí no se le perdona la ayuda ofrecida a Gran Bretaña durante la Guerra de las Malvinas. El sábado se esperan fuertes medidas de seguridad en Santiago de Chile, donde se disputa el encuentro, pero también en Buenos Aires, donde la colonia chilena es muy nutrida. 

            Lo cierto es que salvo los gritos y los insultos del primer día, en respuesta y advertencia a sus ─a día de hoy y hasta el sábado─ máximos rivales deportivos, y por ende también en lo político ─heridas como la de la Guerra de las Malvinas no han cicatrizado entre la conciencia social del país, y visto como lo ven desde aquí, dudo mucho que se cierren en un corto espacio de tiempo─ no se ha percibido ningún tipo de malestar. Todo lo contrario, las calles están llenas de banderas blancas y celestes, los puestos ambulantes, que normalmente venden todo tipo de productos ahora venden remeras de la selección con el inmortal número diez estampado a la espalda. El pasado y el presente futbolístico del país. Según caminas por las calles del centro, ves como las televisiones de bares y restaurantes reponen imágenes de los últimos triunfos de la selección. Las tiendas deportivas han cambiado todas sus publicidades, ahora los protagonistas son los principales jugadores nacionales, se preparan las calles y monumentos ante una posible victoria del combinado argento y la posterior celebración. Una celebración, que con el amor que sienten aquí por el futbol y por sus jugadores, puede ser sonada después de tantos años sin celebrar ningún tipo de trofeo internacional, más si cabe tras haber perdido la final del mundial el pasado verano.

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