miércoles, 15 de julio de 2015

ACTIVAR EN CASO DE EMERGENCIA


           Se habla mucho sobre los últimos negocios llevados a cabo, y cerrados por el gobierno argentino con el gobierno y los empresarios chinos. Se habla mucho de los nuevos vagones de metro para el subte porteño- ─sobre todo de los de la línea B, que no entran por su altura en los túneles, y están obligando a realizar enormes obras en ese recorrido─. Se habla mucho de los nuevos trenes quilómetro cero de cercanías ─sobre todo de las obras que se están realizando en muchas estaciones, como la de Avellaneda o City Bell, para adecuar los andenes─ de nuevo, debido a la altura de los nuevos ferrocarriles. 
            Muchos critican estas compras, estos gastos, estos usos de los fondos públicos. No voy a defender ni a unos ni a otros, no es mi trabajo, no es mi intención, pero leyendo un artículo sobre el tema en un conocido periódico nacional, me sorprendió la poca memoria que se gastan los medios de comunicación argentinos ─como los de todos los países por otro lado─, pues en la línea C, en la que me movía en ese momento, el cartel de la alarma de emergencia estaba escrito en caracteres chinos ─ni siquiera se habían molestado en sustituirlo por un texto escrito en castellano─. Lo mismo ocurre en el cartel que se coloca sobre la unión de ambos vagones, donde se puede leer; No Smoking, justo debajo de las letras chinas marcadas en rojo, y que supongo expresan la misma orden en el idioma oriental.
            El tren no era ni mucho menos nuevo, le calculo bastante más de diez o quince años. Quiero decir que no era de los que se suponen esperan en algún lugar de la ciudad, a que se finalicen las obras de adecuación del subsuelo para entrar en funcionamiento. Lo digo por esos tipos y tipas que se rasgan las vestiduras por los nuevos contratos con China, como si nunca se hubiesen realizado, como si fuera un empréstito de la modernidad, una locura pasajera. Lo digo porque los que se preocupan por manipularnos mediante sus periódicos, o sus canales de información, no se molestan en ocultar las pruebas. No hace falta ir a la hemeroteca para darse cuenta de que nos manipulan, solo hace falta viajar en metro, y observar con un mínimo de atención el mundo por el que nos movemos a diario. 

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