jueves, 26 de febrero de 2015

REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE LA BOCA


           Si, Buenos Aires es sin duda la ciudad del oxímoron, pero hay una parte dentro de ella que lo representa en todo su esplendor. Lo notas en cuanto cruzas una frontera natural que surge hacía la altura del antiguo parque de Lezama, germen de la ciudad, mientras te internas hacía la avenida almirante Brown. Un punto de no retorno donde todo comienza a volverse azul y amarillo.

            Va más allá de la zona de Caminito, y sus alrededores. Convertido ya en una especie de reserva turística en el corazón del barrio arrabalero, boquense, y sin duda uno de los más porteños de la ciudad. Pues fue allí, en uno de los primeros lugares con verdadera alma de ciudad y mito donde comenzó a levantarse, a construirse, el Gran Buenos Aires que hoy conocemos. Un poco más allá de donde hoy se levantan los edificios coloridos, llenos de souvenires y de parrillas, se enfrentan a la vida las primeras villas, las primeras chabolas mal ensambladas, las primeras favelas a lo argentino. Villas que se expandirán hacía el este durante más de setenta quilómetros. Casi hasta la puerta de la ciudad de La Plata. Esa Boca real que nadie fotografía, ni narra con entusiasmo a la vuelta de sus viajes. Pero que aunque ignorada por la mayoría está ahí, y que es demasiado peligroso visitar sin aceptarlo, sin querer vislumbrar su necesidad y preeminencia. Por ello el turista de cámara y souvenir acaba dándoles la espalda para fijar su vista, su objetivo fotográfico, sobre el tango y el folklore. Dándole la espalda a ellos que son sus verdaderos habitantes.

            Corría el año 1882 cuando en el corazón de La Boca estalló un conflicto laboral que desembocó en una prolongada huelga obrera. Los habitantes de La Boca pedían más derechos sociales y políticos. Las negociaciones con el gobierno de la ciudad se enquistaron. Fue entonces cuando un grupo de habitantes del barrio boquense, en su mayoría de origen genovés, se sublevaron. Declararon el barrio independiente, no solo de la ciudad de Buenos Aires, sino de toda Argentina. Según ellos, se inspirarían en la idiosincrasia de la República de San Marino, que ellos, como italiano conocían tan bien.

            Izaron incluso su propia bandera. Una bandera Argentina normal, la albiceleste, sobre la que podía verse una cruz blanca, perteneciente al escudo de armas de la casa de Saboya, coronada por  un gorro frigio. Es curiosa la mezcla, pues a la bandera del país, le añaden las armas de la monarquía italiana, pero lo rematan todo con el tocado republicano por excelencia. El gorro que porta siempre la Marianne en todas las alegorías de la república. De nuevo el oxímoron se presenta en la ciudad. En el barrio más proclive a ello.

Incluso la leyenda local narra que los republicanos de La Boca se pusieron en contacto con Humberto I de Saboya, a la sazón rey de Italia en aquella época. Aunque si bien es cierto que de esto último no hay constancia documental, ni en los diarios, ni en los archivos de la policía. Lo que indica que aunque la República Independiente de La Boca existió, no llegó a sostener tanta fuerza como la leyenda le ha dado. De hecho, su independencia duró exactamente veinticuatro horas. Las mismas que tardó el presidente de la nación, Julio Argentino Roca, en personarse en el barrio independentista con su escolta militar, y abortar lo que él y su gobierno consideraba una locura.
Bandera de la República Independiente de La Boca




Pero el germen quedó allí y, aunque ya nunca más se volvieron a ver tendencias independentistas en La Boca, el regusto quedó para siempre impreso, impregnando el carácter del barrio de su realidad paralela, de la convicción de ser una zona más allá de Buenos Aires. Una zona con un temperamento diferente. Algo que sigue atrayendo a millones de personas al año, que sirve de chanza y divertimento para sus verdaderos habitantes pues a día de hoy la Boca ya vive su Tercera República Independiente. Entre 1904 y 1906 nació la primera, que en realidad debería de ser la segunda. Conocida como los contreras de Quintana, en la que los habitantes se unían para realizar protestas y conciertos, contra del presidente Quintana, al que apodaron el Quiquiriquí. Éste fue el político que más reprimió a los obreros del barrio. Ya en 1923 el pintor de La Boca, Benito Quinquela Martín, retomó esta tradición y fundó la Segunda República Independiente. Esta vez fue una república cultural donde se unieron al pintor otros boquenses ilustres como: Juan de Dios Filiberto, Bartolomé Gustavino, Bartolomé Botto… y muchos más, que eligieron como dictador vitalicio de La Boca a José Víctor Molina, y festejaron por las calles grandes fiestas y desfiles donde se investían entre ellos con títulos nobiliarios y cargos consulares en los barrios de la ciudad. Todo de forma rimbombante y con trajes pintorescos.

            La Tercera República Independiente de La Boca se fundó en 1986 en la sede del periódico del barrio; Versiones de la Boca. Esta forma de gobierno nace con la intención de conservar la historia y el folklore de La Boca, y con la idea o intención de construir el Museo Histórico del barrio. Ese día se repartieron medallas conmemorativas a personas que representan al barrio o que lo defienden y lo dan a conocer por el mundo. Sean argentinos o no. Al mismo tiempo, la orquesta típica boquense entonaba el himno oficial y oficioso del barrio; Caminito. El tango de Juan Dios de Filiberto y Gabino Coria Peñaloza.

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